jueves, 22 de octubre de 2015

DUENDECILLOS



No voy a decir si existen o no, para eso cada uno tiene sus creencias. Tampoco voy a decir si son malos o buenos, para eso cada uno tiene su parecer. Y, por supuesto, ni se me ocurre manifestar si están entre nosotros o no. Lo que diré son cosas reales y del día a día que a todos nos han ocurrido. Ir por una calle llena de talleres de automóviles y que no sepamos de dónde sale olor a pan recién horneado. Saber que no hay nadie en casa del vecino y que tras su puerta se escuche nuestra canción favorita. Tener apetencia de burbujeante limonada, pasar por un bar que acaba de hacerla y un conocido te invita a un vaso. Dejar un papel sobre la mesa, volverte y que ya no esté ahí y aparezca encima de otro mueble. Estar vistiéndote, sacar un par de calcetines del cajón, que desaparezca uno, buscarlo desesperadamente y tenerlo puesto sin recordarlo. Buscar las llaves de casa por todos los rincones posibles y que se encuentren en el bolsillo de la chaqueta que has comprobado concienzudamente varias veces que no estaban. Ir paseando por el bosque en un día sin viento, que estén todos los árboles sin moverse ni una hoja y de pronto una rama en concreto se bambolee a tu paso. Apreciar unas ondas misteriosas en el agua de un estanque sin haber arrojado una piedra ni que hubiera saltado un pez. Lo cierto es que jamás se ha podido demostrar su existencia, pero tampoco su inexistencia. Y no hablo de casualidades, hablo de detalles reales que para bien o para mal rompen nuestra cotidianidad. ¿Duendecillos quizás?


martes, 13 de octubre de 2015

BESO, VERDAD O ATREVIMIENTO

Hay unos años en la vida que conjugan el paso de la niñez a la adolescencia y de la adolescencia a la madurez. Y en los patios de recreo los chicos y chicas juegan a demostrar su gallardía, su valentía o su habilidad. Todos los hemos vivido y nos gustaba dejar con la boca abierta a quien nos observaba. Pero en el fondo de esa actuación éramos conscientes de que no era oro todo lo que relucía y el refrán "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces" nos ajusticiaba la conciencia en más de una ocasión. Recuerdo dos adolescentes que peinarían cabellos de unas quince primaveras. Él era el líder de su grupo de amigos y ella era la que destacaba entre las chicas del colegio. Los dos salían siempre airosos de esos retos que se marcan los muchachos en juegos como "Beso, verdad o atrevimiento" y sin embargo en los menesteres más triviales de la vida no tenían el arrojo suficiente que creían tener y que no se gana sino con la experiencia de la vida en el día a día. Él hubo pasado a la panadería preguntando si vendían televisores, demostrando a los amigos que no le daba vergüenza nada y tenía la valentía de preguntar esa insensatez al panadero más antipático del barrio. Ella en un acto de pillería hubo hurtado el póster de Leonardo di Caprio que tenían en el vestuario del gimnasio las chicas mayores del instituto. Sin embargo, ninguno de los dos se atrevía a decirle al otro que le gustaba. Cosas del amor cuando más valientes nos creemos...


viernes, 2 de octubre de 2015

EL COSMOS

La magnitud de la vida es tan enorme que de un minúsculo espermatozoide unido a un microscópico óvulo se genera una vida. ¡Qué curioso! De lo más ínfimo, lo más grande. La vida. Y el mensaje que nos han inculcado es siempre el mismo: nacer, crecer, alimentarse, reproducirse y morir. ¿Y para qué entonces divagamos tanto sobre el origen y el futuro? Total, todos nacemos y todos morimos sin resolver esas cuestiones. Cumplimos nuestras funciones como si fuéramos autómatas programados y punto. Eso sí, todos admiramos la grandiosidad de ese cosmos que nos engloba. ¿Será nuestra misión transmitir algún mensaje? Y no me refiero sólo a la especie humana. Toda especie viva tiene iguales funciones vitales. Pudiera ser que de nuestras miniaturas se nutra ese gigantesco cosmos que todo lo abarca. O quizás de ese enorme cosmos dependa lo más ínfimo de nuestras vidas. En todo caso siempre ha sido así y siempre seguirá siendo así, ¿o hay alguien que sepa la génesis y el final de este maravilloso universo y pueda decirnos cuándo empezó y cuándo finalizará? El cosmos siempre tan estudiado, tan observado y tan analizado y sin embargo es él quien nos programa, estudia, observa y analiza. Esa enorme dimensión es la única que supera lo más grande. La vida. ¡Qué curioso! De lo más grande, lo más ínfimo.