miércoles, 26 de octubre de 2016

DE CÓMO A DON QUIJOTE SE LE LLAMÓ DE LA MANCHA

-¡Non fuyades, viles criaturas! ¡Cabalga, Rocinante! Defendamos esta afrenta a golpe de lanza y espada. -¿Pero qué dice, mi señor? ¿No tuvo bastante en Criptana? No eran gigantes sino molinos y aquestos hombres no son enemigos sino manchegos de pura alma. ¿No ve sus tierras labradas? ¿No ve sus cosechas de vino a la vera del Guadiana? Mire a sus mujeres, lozanas y campechanas, igual que su Dulcinea, robustas y bien amadas, labriegas en las labores, amas de casa y posadas. Escúcheme, Don Quijote, convenzamos a Cervantes, que no hay mejor tierra en Castilla que los campos de la Mancha, no hay paleta de colores que igualar a sus cielos pueda con el alba en la primavera y las vistas de Ruidera. ¡Mire, señor, sus ventas! Deguste sus quesos y pruebe sus gachas. Coma en corro las migas rodeado de jóvenes e infantes que van pasando de boca en boca el chorro de vino al gaznate. Que en esta tierra no hay afrentas, hay convites y hay tiznados, hay sartenes de gazpachos, hay llanura hasta Albacete, hay berenjenas de Almagro y hay olivares de aceite. Si su amada es del Toboso no eligió mejor lugar, haga amigos lugareños, gentes de buen yantar, verá mi señor que de aquesta manera así su amor podrá ganar. ¿Qué más quiere de la Mancha si la Mancha todo da? Da sus gentes, sus cosechas, sus productos del lugar, da sus fiestas, romerías y parajes sin igual. -No sigas, Sancho, amigo mío, mi error he aprendido ya. Esta será mi patria y de ahora en adelante la Mancha será mi hogar.


martes, 18 de octubre de 2016

EL ALBERGUERO DEL CIELO

Leo era un hombre bueno de la zona del Bierzo. Trabajador y humilde vivía en un gran caserón cercano al río, en plena calle del Agua, por donde pasan los peregrinos del Camino de Santiago. Tenía tres nietas pequeñas que correteaban y jugaban por las escaleras de la hacienda sin imaginarse que algún día darían cobijo al caminante. Cuando Leo siguió las flechas amarillas que conducen a las personas al camino de la Vía Láctea, el gran caserón quedó olvidado y sólo era recorrido por el tiempo. No quedaba infancia en él, ni risas, ni juegos. En esta caprichosa vida que premia al malo y condena al bueno, una de sus nietas marchó junto a él y la casa quedó muda. Lágrimas en la tierra y pesadez en las mochilas. Y hete aquí que el destino jugó de nuevo. No sé cómo, ni dónde, ni a quién se le ocurrió la idea pero sé que desde el cielo Leo y su nieta movieron los hilos. El Camino es así, la vida es así. Y seguir siempre hay que seguir. El gran caserón fue reconstruido, reformado y habitado de nuevo. Se ha convertido en un Albergue de Peregrinos atendido por las nietas de Leo, las que portan con maestría su nombres celestiales que son Ángela y María. Han vuelto al caserón las palabras, las vivencias, los corazones y las sonrisas. Refugio para los peregrinos, vínculo para las hermanas, memoria para los que se han ido y en el cielo un alberguero. Y ésta es su historia, la de Leo y la de su albergue, la de sus nietas, la de la vida y la de la magia en el Camino.

jueves, 6 de octubre de 2016

ALQUIMIA

Nunca he sido científico ni he dominado las fórmulas. Jamás aprendí Física y Química por más que escuché a Sabina. En ningún momento he llenado una probeta a mi antojo. En absoluto regento laboratorios. Tampoco visto bata blanca ni utilizo microscopios. Y sin embargo he descubierto que mezclando la amistad con el mismo gusto y la afición, se obtiene la ecuación resuelta de la diversión. Y también he descubierto que escuchando con atención se oyen las palabras de las miradas y del corazón. Y ya os digo que jamás he sido científico pero sabed que no miento al contaros este descubrimiento. Lo he logrado, simplemente, viviendo y hablando con las personas de tú a tú, mezclando la actitud con la aptitud. Así obtuve la combinación perfecta de trato, personalidad y lugar para que la sonrisa fuese el resultado en el laboratorio de la convivencia. Serendipias de la vida, llamémoslo así, que no atienden a fórmulas ni a alquimias pero te hacen ser feliz.