martes, 14 de diciembre de 2021

EL AMOR ES EL MOTOR

Maribel caminaba cabizbaja sin saber lo que le depararía el día. Iba sumida en sus pensamientos de muy adentro. Hacía pocos meses la había dejado Nacho, su chico, por desagradable sorpresa, sin verlo venir. Su castillo de naipes con tanto amor levantado fue derribado de un soplido inesperado. No entendía el por qué, se sentía culpable y se enfrentaba cada día a un dolor interno que le desgarraba el alma. Subida en la noria de la vida había días que se levantaba arriba y se acostaba abajo y viceversa. Aborrecía la frase "date tiempo", pues cuando uno ríe las agujas del reloj vuelan, pero cuando llora las mismas se paran. Cierto es que el tiempo es la mejor medicina y avanza siempre al mismo ritmo, pero ¿quién no lo ha sufrido? Así de injusta era la situación, o eso pensaba Maribel viéndose dolorida y a Nacho tan contento. ¿Por qué cada aprendizaje del corazón ha de estar precedido de un golpe? Sin darse cuenta y sumida en su valle de lágrimas el tiempo realmente iba pasando. Al menos, ya no se veía culpable, sólo víctima, muy duro, pero cierto. Las agujas seguían rotando y los días cayendo. Al fin, sonrió por dentro. Creía que jamás amaría de nuevo pero un día notó que su corazón seguía latiendo. Tenía sentimiento. Un gesto, una palabra, una mirada, un miedo. No es que ya amase sin saberlo sino que se dio cuenta que era posible hacerlo. Tan sólo eso. Entonces se hizo dueña del reloj. Y lo entendió: "date tiempo".