martes, 28 de abril de 2015

DIRECCIÓN OBLIGATORIA

Era un peregrino avezado pero no sabía qué indicación seguir. Tras las flechas de color morado y paso a paso llegó hasta Urda, persiguiendo las de color marrón llegó por el Camino Teresiano hasta Malagón y con sus compañeras las de color amarillo se presentó en Santiago de Compostela por diversos caminos. Sin embargo no hallaba su meta. Le habían dicho que caminando se encuentra uno a sí mismo y hubo llegado hasta la Ermita de Urda, hasta la población de Santa Teresa y hasta la mismísima Plaza del Obradoiro. Pero seguía sin encontrarse. Estaba claro que la meta no era ese lugar. Recordó que en sus caminos observó que los trigales caminaban en una misma dirección. Las semillas daban sus frutos tostados por el sol y arraigaban en la tierra siguiendo el ciclo de la vida. Los olivares brillaban con un verde aceitoso cuando los rayos vespertinos del astro rey acariciaban sus más altas hojas. Las estrellas tintineaban en un oscurecido cielo que se bañaba de plata al alba. Y estando absorto en sus recuerdos es cuando se descubrió a sí mismo. Fue entonces cuando se encontró y supo que la meta era amar. Amarse a uno mismo y amar al prójimo. Los trigales amaban al sol y esa era su dirección. Los olivares amaban su tierra y en ella crecían robustos y verdes. La luna amaba la noche y ante ella aparecía resplandeciente para darle luz. Todo el mundo rotaba con el sentimiento del amor. Comenzó a amarse a sí mismo y amar todo lo que le rodeaba. Comprendió la indicación a seguir y puso camino a su meta: Amar. Esa es la única y verdadera dirección obligatoria.



viernes, 24 de abril de 2015

CERRADO POR DERRIBO


El maestro Sabina decía en una de sus muchas conocidas canciones que tenía el corazón maltrecho y ajado. Y narraba, en musical poesía, esa vivencia que ocurre cuando alguien nos ama de verdad y no es correspondido porque nuestro corazón ya no puede amar, pues se ha convertido en una sala de espera sin esperanza, en una mitad partida por la mitad, en una campana muda en el campanario, en un look de presidiario para el viejo Peter Pan... Y es que hay personas que aman con todas sus fuerzas e ilusiones. Y lo hacen ver día a día. Estas ganas de nada menos de ti... Este huracán (de amor) sin ojos que lo gobiernen, este jueves, este viernes y el miércoles que vendrá... Toda una vida amando, ilusionando y confiando. Pero hay gentes que siempre reciben golpes de mentiras, de no correspondencia y de traición. Y no una vez. Ni dos. Y eso pasa factura. Hay personas que besan con labios que saben a despedida, a vinagre en las heridas, a pañuelo de estación... El amor tiene un contrapunto que no siempre es bello. Y uno se rehace y vuelve a amar. Y otra vez sueña con dedos que lo desnudan. Pero si vuelves a caer... Te conviertes en un perro andaluz sin domesticar, tomas un helado de fresa de la venganza y juegas a la mudanza con los muebles del amor. Por eso si ahora no soy capaz de amar no acuses a mi corazón. No tiene la culpa de saber que estos son los últimos versos que te escribo. Ya está dolorido y consumido. Y, lamentablemente, si una nueva media naranja llama a la puerta se encuentra el cartel que decía Joaquín: "Cerrado por derribo". 



martes, 21 de abril de 2015

SONRÍE

Nacho no era un chico común. Era un chaval especial. Gastaba la vida sonriendo y haciendo sonreír a los demás. Le gustaba escribir sentimientos a corazón abierto y publicar fotografías que hiciesen recapacitar sobre el sentido de la vida a quienes leyeran sus textos y vieran sus imágenes. Raro era en la ciudad quien al leer o escuchar la palabra "Sonríe" no pensase en él. Había logrado hacer de las sonrisas una filosofía de vida y la había expandido por su ciudad natal y por todos los lugares donde tuviera la oportunidad de ir. Nacho tenías palabras y gestos bonitos para todos. A quien más o a quien menos le había alegrado el día alguna vez. Él mismo en sus malos momentos se auto medicaba una sonrisa y salía del bache. Expandía su lema por todos los rincones y fue el precursor de la revolución de la sonrisa. Cuentan que una vez llegó hasta el fin del mundo, allí donde se juntan en una misma línea de horizonte el azul del cielo y el azul del mar. Y estando en el propio Finis Terrae dejó un mensaje escrito con las nubes del cielo para que lo viera todo el planeta. Las gentes de todo el mundo lo leyeron, lo aplicaron y comenzaron a sonreír. El propio Nacho sonrió al comprobarlo.  El mundo sonreía y la vida era más feliz para todos. El poder de una sonrisa todo lo cambia. El legado de Nacho y su texto en el mismo cielo simplemente decía "SONRIE". Y así fue.


Nacho existe de verdad. Este emblema no es una ficción de Pictura et Verba.
Ignacio Sánchez Calero, conocido como Nachete, se dedica a repartir sonrisas.
Nacido y criado en Ciudad Real vive valorando los pequeños detalles y sonriendo por ellos.
Su lema "Sonrí3" es conocido en las redes sociales y continúa en expansión.
En un reto personal llegó corriendo hasta Finisterre para demostrar que todo es posible sonriendo.
Esta postal es un merecido reconocimiento a su labor.
SONRI3

viernes, 17 de abril de 2015

AMOR DE RUBIK


Hoy he visto en un programa de televisión a un experimentado informático que con los ojos vendados tardaba sólo cuarenta segundos en hacer un cubo de rubik perfecto. Seis caras y cada una de un color. Impresionante. Con qué facilidad y con qué precisión ha ido girando filas y columnas hasta que ha completado el tangible rompecocos. Realmente asombroso. Al quitarse la venda que le impedía ver y observar que había concluido airoso el lance ha sonreído de satisfacción. El presentador rápidamente le ha preguntado si los mismos conocimientos de lógica, intuición y precisión que había demostrado resolviendo el cubo los aplicaba en la vida real, a lo que el caballero ha respondido que sí salvo a una cosa: al amor. Ha dicho que para el amor nunca hay que tener los ojos tapados. Que jamás hay que girar las piezas con prisa. Que se debe avanzar serenamente y con tacto. Que cada vez que se completa una cara del mismo color hay que saborear el momento antes de iniciar el trabajo con otra cara. Que el éxito no es realizar el cubo de rubik entero si no realizar disfrutando cada una de las caras que lo componen. Y sobre todo que el cubo de amor no se hace con tus dos manos, sino con una mano tuya y otra de la persona que amas. Y sólo si existe perfecta armonía y conjunción entre los dos se lograrán realizar los giros precisos y realizar el cubo íntegramente. Luego ha añadido que su primer cubo de rubik fue un regalo de su esposa hace treinta años, el mismo día de la noche de bodas y que aún está sin concluir. Me he asombrado de nuevo. Entiéndame. Mi asombro no ha sido el cubo que ha hecho en cuarenta segundos sino el que lleva haciendo con su mujer durante treinta años: Amor de rubik.

martes, 14 de abril de 2015

EL RELOJ

Días antes de que naciera el abuelo le regalaron un reloj a sus padres. Era un reloj de cuco y lucía majestuoso en el salón de la humilde casa, junto a la chimenea y el rincón donde el bisabuelo recordaba los tiempos de guerra. Aquel reloj lo vio nacer y marcó cada segundo, cada minuto y cada hora de su vida. El abuelo lo recordaba de niño dando las campanadas de Nochevieja cuando todavía no había televisión. Lo recordaba dar tres sonoras campanadas cuando salía la procesión del Silencio en la  madrugada del Jueves Santo y sonaban las cadenas por las calles. Lo recordaba dar una solitaria campanada que anunciaba la hora del vermú los Domingos. Entre mil relojes podría reconocer el clack clack de su segundero. El abuelo creció y vivió al ritmo de aquel reloj. Y cuando el abuelo se marchitó y su vida continuó por otros lares, el reloj siguió impasible marcando el tiempo. Era como si el instrumento que marcaba el tiempo fuese inmune al propio tiempo. Como si los años no pasasen por él y continuase abriendo fielmente la caseta de su cuco cada vez que era una hora en punto. Pasó el reloj de generación en generación. Si el mismo pudiera hablar diría a los que vio nacer y a los que vio morir. Seguía con su incesante avance de las tres agujas, segundo a segundo, minuto a minuto, hora a hora. Y al igual que aquel reloj debe ser el legado del hombre con el tiempo: que sus obras perduren más que su vida.

viernes, 10 de abril de 2015

MONTAÑA RUSA

Hay veces que la vida es como una gran atracción de feria. Se acumulan en poco espacio y en poco tiempo nervios, valentías, subidas, bajadas, sensaciones, pensamientos, emociones, euforia, velocidades, vértigos y un sinfín de experiencias sensitivas que pueden hacernos estallar de felicidad o que el viaje concluya con un tremendo mareo. Por eso es muy importante sabe elegir el compañero de asiento y vagón. En ocasiones nos los regala la vida y son llamados hermanos. Otras veces carecemos de ellos y son amigos íntimos. Incluso hay momentos en los que los amigos íntimos nos dan más apoyo que los propios hermanos. La vida es así. Con sus subidas y bajadas. Lo que está claro es que el viaje siempre es más ameno o menos mareante con alguien a tu lado. Aprovecha si tienes oportunidad de elegir tu acompañante, comprad el billete juntos y cuando él se maree tú lo agarras de la mano y lo calmas y verás que cuando tu estés en plena bajada él te ayudará a subir. Las amistades no se imponen, se eligen. Júntate con un buen amigo y disfruta y déjate acompañar en la montaña rusa de la vida. Al fin y al cabo es solo una atracción pasajera pero vivir es mucho más que eso.


martes, 7 de abril de 2015

CAMBIA DE COLOR

Estaba convencido de que actuaba correctamente. Tenía las ideas claras y obraba sin titubeo. No entendía cómo había pensamientos tan dispares que chocasen frontalmente con el suyo. Los respetaba pero se negaba a intentar integrarse en ellos. Eso sería perder su propia esencia. Sus miras estaban cerradas y estaba convencido de su razón. Iba dándole vueltas a ello mientras caminaba por el bosque. De pronto, José Ramón, observó un camaleón avanzando en la cama de hojas que se hallaban en el suelo. Era primavera incipiente y un precioso abanico de colores y gamas brotaba de la madre naturaleza. El animal avanzaba majestuosamente irradiando un bello tono verde. Cuando José Ramón avanzó por el sendero una ramita se tronchó bajó sus pies. El sonido alertó de su presencia al camaleón que cambió de color al instante mimetizándose con las sombras en un tono marrón. 
Aquella visión se le clavó aquello en la mente. Dependiendo de la ocasión el camaleón podía cambiar de color y adaptarse a la situación. Y no por ello perdía su esencia. Magnífico. Volvió a casa sonriendo. Había aprendido una bella lección. Muchas veces algo inesperado nos hace tener que cambiar el sentimiento y el pensamiento. Aquella rama rota lo hizo con el camaleón. Cualquier cosa inesperada podía hacerlo con él. Tenía que abrir sus miras, moldear sus pensamientos, adaptarlos a las situaciones. No por ello dejaría de ser él mismo, al revés, se garantizaría una vida más segura. Se mimetizaría con el entorno y podría disfrutar más de la vida. En el día a día y en el amor, cuando algo no vaya bien, cambia de color.

viernes, 3 de abril de 2015

NAZARENOS DE LA VIDA



El cirio se iba consumiendo gota a gota y se creaban caprichosas formas en la cera con el crepitar de la llama que prendía la mecha. Me encontraba realmente agotado y todavía me quedaban cuatro horas de lento procesionar. Estaba rodeado de centenares de personas que observaban el paso de la cofradía pero me sentía tremendamente solo tras el antifaz de mi capillo. Cuánta gente pero qué poca. Un gentío enorme en las calles y sin embargo era como si no hubiera nadie para mí. Qué difícil es cuando necesitas hablar y no tienes a nadie que te escuche pese a estar rodeado de personas. Cuán doloroso es que tus lacrimales derramen lágrimas y no haya un hombro que las enjugue aunque haya cientos de personas que te pasan al lado. Yo tenía mi motivo para estar vistiendo la túnica de la cofradía y realizar la estación de penitencia. Yo y los más de dos mil nazarenos que formábamos el cortejo en aquella madrugá. Pero cada uno no sabíamos el de los demás. Ni siquiera sabía quién era la persona que formaba conmigo la pareja en el tramo, ni mucho menos su razón para estar allí. Cumplí mi cometido y al finalizar la procesión, tal y como marcan las normas de la hermandad, volví a casa sin quitarme el capillo y por el trayecto más corto posible. Pensaba en las causas que habrían llevado al resto de nazarenos del cortejo a realizar su estación penitencial: promesas, devoción, fe, oración, peticiones, etc. Yo sabía el mío. Me dí cuenta de que en realidad todos los días hay motivos, hay altibajos, hay sentimientos. Y sonreí bajo el antifaz al recordar lo afortunados que somos los que tenemos oídos que nos escuchen y hombros que nos enjuguen. Hay quien no los tiene y, sin túnica ni capillo que los aísle sólo por unas horas y rodeados de gente, se encuentran en la vida tan solos como los nazarenos en esa fría madrugá. Me sentí plenamente feliz.  Al fin y al cabo hay tantos motivos por los que dar gracias y por los que pedir, que todos somos, creyentes o no, día a día, nazarenos de la vida.