martes, 30 de diciembre de 2014

LA VIDA SIGUE


Paul estaba entregado a su relación. Bebía los vientos por su amada y la quería con locura. No podía imaginar que ella lo dejase algún día sin mayor explicación. Y así fue. Un giro en la vida de su enamorada lo hizo darse de bruces contra la más cruda realidad. Paul lloró amargamente e intentó por todos los medios encauzar la situación de nuevo, aun doblegándose voluntariamente, suplicando hasta el punto de arrastrarse y planteándose incluso pisotearse él solo sus propios principios. Pero creyó en él y sacó fuerza interior para no degradarse como persona. Ella no lo merecía. Y él sabía que la vida seguía pero no encontraba el camino. Esta atrapado en su muro de amor y su corazón estaba allí aferrado. Paso tiempo de dolor y lágrimas hasta que Paul dio su primer paso de nuevo. Quería avanzar como siempre, con su corazón entero. Pero tras quedar maltrecho no podía. A cambio ganó en sabiduría. La compraventa más antigua de la tierra: dolor de amor por dosis de aprendizaje. Experiencia lo llaman las gentes. Entre aquellas piedras y adobe dejó parte de su amor. Paul hubo aprendido que todo lo que uno edifica a fe ciega junto a otro puede ser derruido de un plumazo. Esa argamasa derruida duele. Y mucho. Pero no deja de ser parte de la construcción de tu vida. Tus cimientos, tu historia, tu valor y tu persona. Y comprendiendo que parte de su corazón quedaría plasmada para siempre en ese muro, Paul supo que la vida sigue y avanzó de frente. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

POLAROID

Imagina por un momento que eres una cámara fotográfica de impresión inmediata. Capturas sentimientos que se plasman al instante en el álbum de tu memoria. Una vez efectuado el disparo la imagen es imborrable. Si sale movida se queda así para siempre. Tus ojos son el objetivo para calcular la mayor o menor distancia, tu retina los filtros que definen el color y el brillo, tus lacrimales aportan el grado de humedad, tus palabras son obturador que da o quita nitidez, tus pensamientos aportan el enfoque, tu cerebro es la tarjeta de memoria, tu corazón el que organiza las imágenes y tu alma el álbum definitivo. Complejo pero instantáneo. Así funcionan los recuerdos que fotografiamos en vida. Por eso, antes de apretar el botón que haga la foto asegúrate de tu enfoque, de que sea el marco ideal, de que la postal perdure con el tiempo, de que realmente quieres esa imagen y de que quedará para siempre.
Habrá capturas feas que la vida nos obligue a realizar sin darnos opción. También quedarán en el álbum pero el corazón las colocará en las carpetas más ocultas para que las imágenes más bellas se vayan superponiendo y sean las que primero veamos. Somos fotógrafos de nuestra propia vida y generamos nuestro álbum de recuerdos. Si la imagen es buena, por tiempo que pase, siempre quedará bien impresa aunque ya sea irrecuperable. Será una preciosa fotografía y un bellísimo recuerdo. ¡Enfoca bien antes de realizar tus fotos!

martes, 23 de diciembre de 2014

FELIZ NAVIDAD

No busquéis en estas líneas de hoy un texto que os haga sonreír... o quizás sí. No queráis interpretar este emblema como un nuevo pellizco al alma... o quizás sí. No os esforcéis en hallar en esta postal un renacido sentimiento en vuestro corazón... o quizás sí. En todo caso, cuando las ausencias se hagan notar en vuestra mesa durante la cena de Nochebuena, brindad por aquellos que están por llegar. Cuando las risas de los más pequeños de la familia llenen vuestra mesa en la comida de Navidad, brindad por los que ya no están. Cuando en Nochevieja os juntéis en torno a los racimos de uvas no perdáis ese cosquilleo de terminar un año y empezar otro nuevo rodeado de los que más quieres. Cuando la noche de Reyes veáis la ilusión de los niños cogiendo caramelos en la cabalgata y saludando a sus Magos de Oriente favoritos, recordad cuando eráis vosotros esos niños y os acostábais nerviosos deseando levantaros y ver cumplidos vuestros deseos en forma de juguetes. ¡Qué empeño ponen los niños en cumplir sus sueños! ¿Por qué nosotros no? Cuando os embargue la tristeza por los recuerdos pensad que en esos momentos hay gentes que están en un hospital. Y si alguno de ellos sóis vosotros pensad que habrá alguien que os cambiaría su situación sin pensarlo. Pensad en los regalos y no solo en el carbón. Cuando os invada la alegría compartid un polvorón y una copita de pacharán con los demás. O una mistela como le gustaba al abuelo. Siempre encontraremos un motivo para sonreír por difícil que sea. Siempre tendremos un buey y una mula que nos den el calor de la amistad. Siempre tendremos una estrella que nos guíe hacia el Portal. Siempre hallaremos un pesebre que nos cobije. Dejaos invadir por el espíritu de la Navidad. Creed en ella de una manera u otra con la misma fe que creemos en Melchor, Gaspar y Baltasar y regalaros de corazón entre todos buenos ratos, besos, abrazos, sonrisas y esperanzas. Merecerá la pena.

Desde Pictura et Verba,
para ti,
para mí,
para nosotros,
para vosotros,
para todos...
 ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!


viernes, 19 de diciembre de 2014

TU RECUERDO

Nos gustaba ver las olas del mar rompiendo contra las rocas y salpicarnos con su espuma. Parecía que el tiempo no pasaba y podríamos estar así una eternidad. O dos. Pero el Sol no para y vuelta a vuelta iba avanzando y marcando el paso a las agujas del reloj. Mientras yo me entregaba a ti en cuerpo y alma, tú tan sólo lo ibas haciendo ya en cuerpo porque tu alma la retenías para ti misma. Y sin darme cuenta de ello la llama del amor decantó la balanza de mi lado. Mi llama crecía y crecía y la tuya a la par menguaba. Y tanto pesaba mi amor que al decantarse el fiel de la báscula por mí, me abrasé en mi pasión misma mientras tú marchabas libremente. Era tu faro en la vida y la luz que marcaba tu horizonte pero tu saliste de nuestro puerto para surcar nuevas aguas.
Hoy he vuelto a saber de ti. Viejos marineros en la lonja me contaron de tus andanzas sobre corceles de madera con popa y proa. He vuelto a pasear por el puerto y me he detenido en aquel rompeolas en el que nos juramos amor. Mi vista se perdía en los mares intentando hallarte dibujada en aquel punto en que la luna baña de plata al agua. Con dos lágrimas en los ojos he vuelto a encender el faro de tu semblante. Sólo de ti depende. Si ves mi luz, inconfundible para ti, síguela hasta el embarcadero y volvamos a retomar el sueño. Aún mantengo tu recuerdo.

martes, 16 de diciembre de 2014

EN LAS SOMBRAS

Javier tenía un aspecto inconfundible. Desaliñado, desarrapado, descuidado, rayando la obsolescencia y con un toque de antigualla sobrevenida. No sonreía jamás. Nadie lo había visto emocionarse y todos los vecinos dudaban de que hubiera sido feliz alguna vez en la vida. Su rostro permanecía impasible ante situaciones que a quien más y a quien menos le sacaban humedad en los lacrimales. Su carácter no era férreo ni pétreo, pero a la luz del día no se le vio nunca un mero esbozo de sonrisa. No gastaba grandes marcas, no se permitía lujos, no cantaba los goles de su equipo, ni jugaba al deporte de moda. En las tascas y tabernas pedía un café con leche o una cortina de vino tinto con un escueto "buenos días". Aparentemente era indomable, insensible, opaco y hermético. Aparentemente...

Tras el prisma con que la sociedad lo veía, Javier parecía todo eso. Esa sociedad que nunca lo entendió cuando él era feliz dándole un caramelo a un niño, ayudando a una ancianita a cruzar la calle, guiando a un ciego por la acera o dando conversación a quien la necesitaba. Esa sociedad que cuando él obraba de corazón y mostraba su más abierta sonrisa le contestaba con escuetos monosílabos y que forjó que Javier dejase de enseñarse como realmente era. Por eso Javier aparentemente era insensible y optó por vivir a su manera. No todo es como las luces de la sociedad indican. Pero en realidad era la bondad en persona, la alegría contenida, el primer hipster del barrio y el más moderno gafapasta que se hubiese conocido. La vela no siempre alumbra como debe y no por no ver lo que hay en las sombras quiere decir que no exista. Hay mucha vida, paz, sentimientos y amor... en las sombras.


viernes, 12 de diciembre de 2014

EL ÁRBOL DE PAULA

Alguna vez leí que Paula plantó un árbol con su padre Antxón. Y ese árbol llegó a formar parte del Bosque de Telma. Y ese bosque era precioso y encantador. En invierno daba cobijo al caminante y en verano lo arropaba de frescor. Fluía de él una magia especial y todo su conjunto era armonía. Era como un mundo paralelo donde no cabían ni la enemistad ni el rencor. El Bosque de Telma creció a raíz de semillas de amor y vida como de las que germinó y creció al árbol de Paula. Ahí radicaba su espíritu de bondad y vida: en la inocencia y verdad de los niños. Era un bosque de los que enamoran a quien lo ve y de los que contagian a quien lo atraviesa. Una maravilla hecha por la ilusión de dos hermanas y de un padre con valores de la vida que le fueron antes transmitidos y él supo continuar.
Antxón recordaba las palabras de su madre Teresa cuando era niño hablándole de cómo se expande el amor. "El Amor es un gran bosque llamado Humanidad compuesto de árboles que son Personas que ofrecen la imagen de la melodía social. Un bosque humano donde cada sonido es como la primera risa de un bebé, donde cada sabor es como un helado en la decadente primavera, donde cada tacto es como una caricia al alma, donde cada olor es como la limonada recién hecha y el pan recién horneado, donde cada visión es como el remanso de paz de un atardecer en la montaña. Y se transmite de flor en flor, de rama en rama, de árbol en árbol, para que siempre perdure y viva el bosque". Así lo aprendió y así lo enseñó a sus hijas Paula y Telma, a golpe de latido y azada en la tierra húmeda.


Hoy en ese bosque perdura por el aire el espíritu invisible y permanente de las carcajadas, sonrisas, imaginación y juegos con las que Paula, Telma y Antxón, recordando a su madre y abuela, comenzaron la más perfecta obra social jamás creada entre los hombres: sembrar el amor a través de la semilla de la vida.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

LA GRAN CARRERA

Había llegado el momento. Llevaba meses, por no decir años, entrenando arduamente para la gran prueba. De pequeño hubo ganado competiciones escolares, era siempre campeón en la carrera organizada con motivo de las fiestas de su barrio, había subido al podio varias veces en las carreras municipales e incluso provinciales y, en más de una ocasión, había salido victorioso en las carreras a nivel autonómico. Era todo un depredador de victorias. Pero aun con la vitrina material llena de trofeos, su vitrina interior estaba vacía. No había cruzado nunca una línea de meta definitiva que le otorgase un triunfo saciante de verdad. Y no es que las victorias obtenidas en sus anteriores carreras no le hubieron alegrado ni le hubieran obsequiado satisfacción, es que siempre se quedaba con ganas de más porque sabía que la medalla obtenida no lo llenaba interiormente. Quería conquistar su definitiva marathon. Aunque ello supusiera la retirada de las pistas...

Por eso David estaba poniendo todo su empeño en esta gran carrera. Había hablado y entrenado con corredores que ya habían ganado esas pruebas de fondo y todos coincidían en lo mismo: "no hay un triunfo igual. Todas las carreras anteriores te dejan mella y aprendes de ellas pero esta es única. Prepárate bien y no falles pues si alcanzas la victoria en esta gran marathon saborearás la mejor victoria que existe". David veía felices y saciados a esos grandes corredores. Quería ser uno de ellos. Quería dejar de ganar carreras que no perdurasen en su mente y ganar una única carrera para siempre. La gran carrera. Quería sentirse como la abeja nectarina que cansada de libar de flor en flor, escoge una única amapola y se entrega a ella para lograr, entre ambas, la más dulce las mieles jamás habidas. Y así lo hizo. Sabía que el esfuerzo merecería la pena. Se enfundó en sus mallas elásticas, se puso su camiseta de tirantes con el dorsal número uno por bandera, se calzó sus chillonas zapatillas de corredor y tomó su posición en la línea de salida. Ganaría. Ganaría aunque ello supusiera la retirada de las pistas. Y David se lanzó a la carrera, a su gran carrera.

viernes, 5 de diciembre de 2014

UN SIMPLE WHATSAPP

Llorando en la cama hecha un ovillo le resbalaban lágrimas por las mejillas. Llevaba horas encerrada en su habitación y no entendía cómo habían llegado a esa situación. Era increíble que él no quisiera ceder y no la entendiera. Miraba el móvil sin parar esperando que sonase en cualquier momento y fuese Roberto llamándola. Ella se prometía no llamarlo. Si quería solucionarlo que fuera él quien diera el paso. Y cada segundo que pasaba, cada minuto que avanzaba en el reloj, la angustia la invadía y el orgullo se iba apoderando de ella. No y no. No cedería.
Enfurruñado en el sofá de su casa mantenía el rostro airado y los ojos secos. Los hombres no lloran, pensaba, mientras por su interior no podía contener un llanto ahogado. Era inaudito que ella no quisiera ceder y no lo entendiera. Miraba el móvil sin parar esperando que sonase en cualquier momento y fuese Noelia llamándolo. Él se prometía no llamarla. Si quería solucionarlo que fuera ella quien diera el paso. Y cada segundo que pasaba, cada minuto que avanzaba en el reloj, la angustia lo invadía y el orgullo se iba apoderando de él. No y no. No cedería.

Pasaron unas horas lamentables para ambos. Era un choque de trenes testarudos que no estaban dispuestos a dar su brazo a torcer. Pero por algún mágico motivo de esos que sólo el amor puede explicar, se dieron cuenta a la vez que el orgullo no engorda y puede tragarse de vez en cuando. Ambos cogieron sus teléfonos móviles al mismo tiempo. Se querían y eso era realmente lo que importaba. Ella lo buscó a él en su listado de contactos. Él la busco a ella en los suyos. Los dos se dieron cuenta que el otro aparecía en línea en la aplicación de mensajería instantánea. Noelia descubrió en la pantalla un "Roberto está escribiendo". En el móvil de Roberto podía leerse "Noelia está escribiendo". Sendos teléfonos emitieron un sonido simultáneo. Los dos abalanzaron su vista sobre las pantallas y vieron su emoticono favorito. Ella había cedido. Él había cedido. La angustia y el orgullo desaparecieron. Roberto y Noelia sonrieron a la par. Se conocían bien. Supieron interpretar un "perdóname, lo siento, te necesito, te quiero" en ese icono, en un simple whatsapp.

martes, 2 de diciembre de 2014

SIGUIENDO TUS PASOS

Desde antes siquiera de que veamos la luz ya nos están allanando el terreno. Nueve meses paseándonos en su interior y marcándonos cuál será la ruta a seguir. Quedan hipotecadas de por vida con nuestro caminar, siempre pensando que no demos ningún traspiés, siempre pendientes de que la senda sea la correcta. ¿Cómo no van a estar nerviosas si se comen el filete con más nervio para que tengamos nosotros la tierna carne? ¿Cómo no van a tener sed si antes de que pidamos agua se retiran el vaso de la boca y nos lo ofrecen? Y jamás pierden la sonrisa cuando ven cómo avanza su hijo. Cómo da los primeros pasos que ella le va inculcando. Orgullo de madre.
Orgullo de madre convertido con el tiempo en orgullo de hijo.
Porque si alguien me enseñó a caminar...
Porque si alguien me educó en el andar del camino de la vida...
Porque si alguien me sirvió de bastón en mi infancia...
Porque si alguien implantó sus huellas en mi alma...
Eres tú, mamá.
Y cuando no estés conmigo ten por seguro que seguiré siguiendo tus pasos.
Te quiero, madre.
Tu hijo.