miércoles, 27 de septiembre de 2017

CABEZA Y CORAZÓN

Siempre he pensado que una persona se nutre de equilibrio entre sentimiento y pensamiento y que esa persona alcanza su plenitud cuando su obra refleja ese equilibrio. No es sencillo. A todos la vida nos pone a prueba y afrontamos la lucha más compleja para un ser vivo: contra uno mismo. ¿A quién obedecer cuando el fiel de la balanza interna se desequilibra? Si la cabeza da una orden y el corazón la da distinta nos hallamos ante una encrucijada problemática que nadie salvo uno mismo puede resolver. No es malo. Es estar vivo. Es sentirse vivo. No todo es de color de rosa y nadie dijo que fuera fácil. Es enfrentarse a la duda y salir victorioso o caer derrotado y ganar una experiencia. Hay tantos consejos como personas existan pero solamente tú eres dueño de tu historia, de tu vida, de tu decisión y, lamentablemente, de tu infortunio pues estos dilemas no suele buscarlos uno mismo sino que le son impuestos simplemente por vivir. Por eso a lo largo de la experiencia de lo vivido me atrevo a decir que una persona íntegra es la que logra mantener siempre unidos cabeza y corazón, aunque a veces se decante la balanza más por uno que por otro pero que siempre haya algo de razón y algo de pasión. Ese es el equilibrio perfecto.



jueves, 21 de septiembre de 2017

JUEGO DE NIÑOS

Me gusta ver jugar a los niños. Miento. Me da envidia ver jugar a los niños. Porque ríen, se divierten, fantasean y disfrutan a la vez. Y yo quiero ser como ellos y no puedo. No les importa el paso del tiempo porque lo desconocen. No necesitan evadir su mente de las obligaciones porque sus únicos deberes es ser felices y reír. No les hace falta acudir a centros de divertimento o ludotecas para adultos llamadas tiendas o bares porque con su imaginación les sobra. Y yo quiero ser como ellos y no puedo. Por eso los envidio. Pero he recordado que alguna vez lo fui. Mientras lo pensaba he cogido el Código Civil de mi despacho y me he puesto a simular que es un avión. Lo llevaba en la mano volando y lo hacía aterrizar sobre el flexo y luego despegar de nuevo surcando el aire de la oficina y haciendo piruetas sobre la mesa repleta de expedientes. Lo he dejado al lado del ordenador y he cogido el calendario de mesa y lo he arrastrado con cariño por encima de las carpetas como si fuera un trenecillo con muchos vagones enganchados a su máquina. He sido feliz sintiéndome como el niño que fui y pensando como disfrutaba haciendo de algo serio un juego. He dejado vagar mi mente a tiempos pasados donde la imaginación era suficiente para encontrar una sonrisa en cualquier lugar. Y estando viviendo esos retazos de memoria ha pasado un niño a mi despacho y me ha preguntado si podíamos jugar mientras esperaba que sus papás terminaban su consulta con el letrado compañero. Automáticamente he vuelto en mí y a mi papel de adulto y le he dicho que allí no tenía juguetes y que sólo había expedientes, papeles y libros muy aburridos. Y el niño, con toda la ternura del mundo y cogiendo el Código Civil con sus pequeñas manecillas, me ha mirado sonriente y me ha dicho: "¡No me engañes! Mira que avión tan chulo. Antes te he visto volar con él...". Touché.



viernes, 15 de septiembre de 2017

LA SORPRESA


Ernesto caminaba cabizbajo en una tarde de decadencia del estío de esas que con camiseta tienes fresco y una rebeca abriga demasiado. Tras nueve años de relación con Mónica se acabó la llama del amor. Eso al menos es lo que le dijo ella hacía justo un año y lo que Ernesto iba recordando mientras paseaba solitariamente camino a casa tras cumplir otro día más con su trabajo. Sonreía con afecto mientras contemplaba las puntas de sus zapatos y su mente repetía una frase que su padre le decía cuando lo vio con el alma rota: "la abuelita decía que el amor no se busca, se encuentra". Y pensaba cuando conoció a Mónica. Fue inesperadamente, ni siquiera tenía intención de ello. Eran ya recuerdos de su libro de la vida y formaban parte de capítulos pasados. Y en esas cavilaciones estaba cuando de repente halló un corazón en el suelo. Lo miró sonriente y advirtió tras un arbusto a su dueña. Así conoció a Lorena. Sin esperarlo, sin saberlo, sin buscarlo. ¡Qué sorpresa! Encontraron el amor.
Hoy ríen los dos en el sofá de casa comentando el día que se vieron por primera vez.





lunes, 11 de septiembre de 2017

PLATERO Y YO


Cuando llega Septiembre empieza el año de alguna manera. Es como si un nuevo 1 de Enero se colase en el calendario y diera rienda suelta a los propósitos que nos planteamos en Navidad y no hemos sido capaces de cumplir en lo que va de año. Y esta vez los hacemos de verdad. Empezar una colección, escribir la carta que se quedó en el tintero, hacer la llamada que se resiste, planificar en serio el viaje que ideaste entre turrones y sidras... Y recordar como pasan los años y siempre se repite de nuevo la historia el noveno mes del calendario. Cuando éramos niños empezaba el cole y jugábamos a soñar con Platero mil batallas y aventuras. Incluso antes estrenábamos babi para ir a parvulitos pero de eso apenas nos acordamos. Hace ya mucho tiempo. Ahora ya jugamos con un Platero viejecito y de cartón que nos trae otros recuerdos. Pero sí recordamos las mochilas nuevas y empeñarnos en que en ese curso íbamos a estudiar matemáticas pero de verdad. Y ahora hacemos otros propósitos y vemos como aquellos que hacíamos siguen estando vivos en nuestros hijos e incluso nietos. Sigue habiendo alegres borriquitos que nos acompañan en nuestros sentimientos y nos rejuvenecen el alma. Y nos hacen sentirnos niños de nuevo comiendo las uvas en Nochevieja y yendo al cole el primer el día mientras ideamos nuestros planes para ese año: aprobar inglés, apuntarnos a kárate, quizás meternos en una hipoteca, contraer nupcias o tener familia. Qué bonito es sentirse vivo y con ganas de seguir jugando a vivir sin saberlo, compartiendo sueños con Platero aunque ya no sea de juguete y de algodón y ahora sea viejecito y de cartón.