viernes, 15 de septiembre de 2017

LA SORPRESA


Ernesto caminaba cabizbajo en una tarde de decadencia del estío de esas que con camiseta tienes fresco y una rebeca abriga demasiado. Tras nueve años de relación con Mónica se acabó la llama del amor. Eso al menos es lo que le dijo ella hacía justo un año y lo que Ernesto iba recordando mientras paseaba solitariamente camino a casa tras cumplir otro día más con su trabajo. Sonreía con afecto mientras contemplaba las puntas de sus zapatos y su mente repetía una frase que su padre le decía cuando lo vio con el alma rota: "la abuelita decía que el amor no se busca, se encuentra". Y pensaba cuando conoció a Mónica. Fue inesperadamente, ni siquiera tenía intención de ello. Eran ya recuerdos de su libro de la vida y formaban parte de capítulos pasados. Y en esas cavilaciones estaba cuando de repente halló un corazón en el suelo. Lo miró sonriente y advirtió tras un arbusto a su dueña. Así conoció a Lorena. Sin esperarlo, sin saberlo, sin buscarlo. ¡Qué sorpresa! Encontraron el amor.
Hoy ríen los dos en el sofá de casa comentando el día que se vieron por primera vez.





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