viernes, 30 de enero de 2015

TRABAJAR Y VIVIR - VIVIR Y TRABAJAR

Darío no levantaba la cabeza de la mortecina luz del flexo que alumbraba la infinidad de papeles que poblaban la mesa de su despacho. En su juventud fue un tipo inteligente que supo conjugar estudio y ocio a la perfección. Era feliz y hacía felices a los demás. Concluyó sus estudios universitarios y ya tenía un puesto de trabajo en la oficina de su padre. Le apasionaba el mundo del papeleo y supo ganarse la vida con ello. Pero cada día tenía más y más papeles y no podía dedicar su tiempo a otra cosa. Algunos decían que confundía el verbo poder con el verbo querer. Tuvo que dejar de tocar el saxofón en el grupo musical de los amigos. Poco a poco fue perdiendo hobbies y aficiones. La vida lo iba convirtiendo en huraño porque no salía de las cuatro paredes que rodeaban sus expedientes y estaba perdiendo días preciosos de su vida porque no sabía dónde ni cómo finalizar cada jornada laboral. Darío no se daba cuenta que aparte de la agenda del trabajo existe una agenda de la vida en la que hay citas ineludibles como el cumpleaños de un hijo, el décimo aniversario de boda o el entierro del padre de un amigo. Él sólo pensaba en trabajar y se olvidó de vivir y de ser feliz con su trabajo. Era esclavo de sus papeles. Sabía que el trabajo es necesario para vivir pero no sabía que no se vive sólo para trabajar.  Un día hablando con él le lancé un interrogante que lo hizo recapacitar: ¿trabajar para vivir o vivir para trabajar?
Hoy Darío me ha recordado aquella charla al terminar el ensayo del grupo de jazz mientras guardaba sonriente el saxofón en la funda y marchaba a recoger a su hijo para jugar al fútbol con él.

martes, 27 de enero de 2015

UN SUEÑO CUMPLIDO EN LA LUNA


Julián siempre había sido soñador. Desde su infancia había luchado por conseguir las metas que se había propuesto. Recuerdo cuando tenía cinco o seis años que dijo que algún año ganaría el campeonato de ajedrez del colegio. Todos reímos pues había chavales de los cursos superiores que jugaban muy bien y derrotarían con facilidad a Julián. Cuando ya se nos había olvidado, años después, Julián nos mostró feliz el diploma de campeón del torneo de ajedrez. Lo había logrado. Ya era de los mayores del colegio y nos dijo: "os dije que lo lograría, no sabía cuándo pero lo lograría y no he parado hasta conseguirlo". La verdad es que fue una lección de humildad y trabajo constante increíble. Pero quedó en una anécdota cuando nos dijo que se había enamorado de Ana y que algún día lograría su amor. Sin duda era la chica más deseada del barrio y las sonoras carcajadas ante el sueño de Julián fueron tremendas. Él nos dijo que ya podría ella irse a la luna que él lucharía por cumplirlo. La verdad es que lo vimos tan convencido que empezamos a dudar, pero era un sueño imposible. Pasaron varios años y nadie sabíamos ya nada de Julián. Cierto día salió en las noticias que una mujer llamada Ana había viajado a la luna y que un hombre había ido tras ella simplemente para jurarle amor. El "sí, quiero" fue retransmitido mundialmente. Fue la imagen de un sueño cumplido. Si alguna vez alguien dio una lección universal de cómo cumplir un sueño luchando por él y superando todo tipo de obstáculos, inclusive la desconfianza de los más allegados, ese fue Julián. Y todos tenemos algo de Julián en nosotros. ¡Vayamos a la luna!

viernes, 23 de enero de 2015

LA MUDA EXPRESIÓN

En ocasiones las gentes hablan sin que se tercien palabras. Una mirada basta. Y quien no comprende una mirada jamás comprenderá una larga explicación. Y en menos ocasiones todavía un simple gesto transmite lo que la más profunda mirada y las más sabias palabras pudieran nunca expresar. Un mínimo roce proveniente del tacto adecuado se convierte en la máxima caricia que el ánimo interno puede recibir. Así de grande es la fraternidad de la especie humana. Lo que algunos atinan en llamar familia y otros amistad.
Familia y amistad: básculas que un platillo sujetan las risas y buenos ratos en los que se dan mil palabras y en el otro platillo equilibran los llantos y malos ratos en los que no existe palabra alguna. Y todo ello unido por la fidelidad. Perfectas y prehistóricas máquinas de la más íntima comunicación humana en la que, a veces, no hace falta ni hablar para decir algo. Un gesto, una mirada, un tacto. Una muda expresión que lo dice todo. Y nada más.

martes, 20 de enero de 2015

TEATRO DE LA VIDA

Una moneda tiene cara y cruz pero no deja ser una moneda. Con dos caras, pero una moneda. Y no se esconde. Se muestra como es: con sus dos caras. Es el azar quien elige si te da la cara o te da la cruz. Una persona, sin embargo, tiene una única cara pero puede darte mil diferentes y sin elección azarosa. Una misma persona elige qué cara darte. Y puede esconderse. Y no se muestra como es: con una cara visible y mil invisibles y elegidas por ella misma para depende cuándo o con quién. ¿La cara que a ti te da una persona es la misma que me da a mí? ¿En la misma escena de la vida ponemos la misma cara sea quien sea el público?
Todos somos actores y actrices y desempeñamos nuestro papel según nos convenga. Hacemos de una comedia un drama si así nos interesa. Y también podemos hacer de un drama una comedia si nos conviene. Nos gusta escribir el guión. Pero sin duda la vida nos da guiones de obras no escritas por nosotros y nos coloca en escenarios jamás imaginados. Y ahí es cuando se ve a las personas de verdad, sin egoísmo en el guión.
Bienvenidos al teatro de la vida. En esta obra no hay ensayos. No depende de nosotros subir ni bajar el telón. Elijan bien su cara y disfruten de la sesión.


viernes, 16 de enero de 2015

FRUTA DE LA PASIÓN

Pepe y María eran un matrimonio humilde. Vivían en una pequeña casita que lograban mantener con el esfuerzo y trabajo de ambos. Su mayor lujo era ir una vez al cine cada siete Domingos; él soñaba con visitar algún día el Santiago Bernabéu y ella deseaba asistir alguna vez a la ópera. Les faltaban muchas cosas que aparentemente hacen más feliz la vida en común pero ellos se contentaban con una cosa tan simple como comerse una fruta a medias. En el barrio cuentan que alguna vez les vieron en invierno comprarse un paquetito de castañas asadas para los dos. ¡Cuánta felicidad en las pequeñas cosas! Sobre la estantería del salón había dos livianas huchas con sus nombres. En la de él, ella echaba alguna moneda para algún día llevarlo al fútbol. En la de ella, él echaba alguna moneda para algún día pagarle una buena sesión de peluquería y asistir al gran teatro. No tenían prácticamente de nada pero tenían de todo.
Un día viendo el telediario todo eran malas noticias. Guerras, separaciones, radicalismos. Los dos miraban su pequeña televisión en blanco y negro arropados con las faldillas de su mínima mesa camilla que guardaba el calor de un pequeño brasero. El mundo tenía de todo y no tenía de nada. Pepe mientras veía aquellas malas noticias se hizo grande en su pequeño universo. Y con toda la agradecida pasión que en su corazón cabía y los ojos humedecidos, dándole un bocado a la pieza de fruta que con su mujer compartía, exclamó: ¡Qué buena está la manzana, María!


martes, 13 de enero de 2015

SIEMPRE SALE EL SOL

Era un joven pintor bohemio sin consagrar. De pequeño sufría en el colegio las tropelías y burlas del resto de niños que, con la maldad que les es propia de la edad y sin saber medir las consecuencias de sus actos, se reían de su sordera. Así era Miguel. Ello hacía que el pobre se convirtiera prácticamente en un individuo aislado de la sociedad escolar que le rodeaba. Se refugiaba en sus pinturas. Amaba pintar y era feliz con un caballete y un óleo. Y tenía un corazón inmenso. Cuando alguno de los niños que iba con él a clase tenía un mal día, fogaba atacándole verbalmente y éste, ignorando lo que le decía, le ofrecía un dibujo que lograba alegrarle el día. Su sordera cambiaba insultos por sonrisas. Así era Miguel. Inconsciente de las mofas que recibía siempre lograba a través de sus pinturas alegrarle el día a cualquiera. Demostraba que su problema no le impedía ser feliz y daba una lección moral enorme. A base de ello se fue ganando el cariño de todos sus compañeros hasta tal punto que, sin perder jamás la sonrisa, era capaz de pintar un cuadro con negros nubarrones que alegrase el día a alguien. Era el niño que demostró que aún en los días más grises siempre sale el sol. Así era Miguel.

viernes, 9 de enero de 2015

ISLA DESIERTA

Consumiéndose aceleradamente en solitario divagaba sobre tiempos pasados. Había tenido todo y todo lo había perdido. Grandes lujos, coches último modelo, caros ropajes, viajes alucinantes y el incondicional amor de su fiel amada. Sin darse cuenta o tal vez sí se pasó los mejores años de su vida fanfarroneando y dándoselas de Don sin dín. Y mientra reía a carcajada limpia e insana sobre su lujuriosa vida se permitió el pecado de la infidelidad. Eso lo mató realmente. Él no quería verlo pues seguía en su vida de excesos y no le faltaba de nada, ni tan siquiera bellas señoritas de compañía con las que vacilar en las fiestas de gala, pagadas a base de talonario y con indómitos corazones no entregados sino por un puñado de dólares. Tan grande era su materialidad como el vacío que le iba ocupando su corrupto interior. Él sólo se había fraguado ese destino.
Exiliado en su particular playa virgen, adquirida en una magnífica subasta, se despojó mentalmente de todos sus lujos y se entregó a sus pensamientos. La conciencia le dictó Sentencia: "Jamás tuviste tesoro mayor que el amor que traicionaste". Se dio cuenta de que con ella era feliz y le sobraban sus artificiales y adinerados bienes. Ya era demasiado tarde. Estando rodeado de lujos y magnificencias, sin ella,  su vida era una isla desierta.


miércoles, 7 de enero de 2015

LUZ VERDE. JUNTOS.

Sebastián era un hombre costumbrista, arraigado en la tradición y capaz de superar las trabas por sí mismo. Siempre caminaba por la misma acera, con la misma velocidad de paso, con su gabardina, su bufanda a trazos de diferente tonalidad marrón y la prensa recién comprada. Llegaba hasta el cruce que separaba su barrio del siguiente y se encontraba siempre el semáforo en rojo, por lo que nunca pasaba sobre las franjas blancas pintadas sobre el asfalto. No conocía el amor y pensaba que su universo terminaba en el semáforo que delimitaba su paseo.
Aurora era una mujer evolutiva, adaptada a las nuevas modas y capaz de desenvolverse en cualquier situación. Caminaba unas veces por unas calles y otras veces por otras, sin seguir un orden preestablecido, unas veces lentamente y otras corriendo, unas veces con ropa más formal y otras con ropa más informal, siempre marcando tendencia. Llegaba hasta el cruce que separaba su barrio del siguiente y se encontraba el semáforo unas veces en verde y otras en rojo. No conocía el amor y no sabía si su universo terminaba o no en el semáforo que delimitaba su paseo.
Cuando el destino unió a Sebastián y a Aurora se mezclaron sus diferentes vidas forjando una nueva en común. Y juntos descubrieron que el semáforo también tiene una luz intermedia conocida por ámbar dado el color que evoca. Ninguno de ellos la conocía. La descubrieron juntos. Y juntos descubrieron también que adaptándose el uno al otro el semáforo, antes o después, siempre encendía la luz verde y los dejaba avanzar. Juntos.

viernes, 2 de enero de 2015

CONFESIONES BAJO LA LUZ DE LA LUNA

Su relación sentimental ya no era tal. Era la mitad. Iván era matemático y sabía que aunque la suma universal es la de uno más uno igual a dos, en la vida de pareja esa ecuación no era así. Pero no daba con la fórmula por más que lo intentaba. Y hay que añadir que el otro sumando más bien restaba. Se pasaba los días estudiando el asunto para dar con la solución correcta pero no lograba obtener el resultado. Por la noche salía un rato de casa a despejarse y quedaba con su amiga Raquel a quien le contaba su problema. Él no podía adicionar con un sumando negativo. Ella solía darle ánimos a la luz de la luna.
Raquel era física y astrónoma. Sabía de matemáticas igual que Iván pero aplicaba a los problemas una pizca de filosofía. Con su novio no iba la cosa demasiado bien. Demasiados divisores para un único dividendo no daban lugar a un resultado agradable. Y el resto... El resto mejor desecharlo porque nunca salía exacto y dejaba a Raquel sin saber dónde echarlo. Hay que echar el resto dice el dicho. Pero las leyes de la física no dicen dónde. Por las noches quedaba con Iván para despejarse de sus incógnitas. Ella no podía calcular la distancia exacta con un divisor tan variable. Él solía solucionarle algún problema resolviendo la ecuación bajo la luz de las estrellas.
Una noche Iván y Raquel hartos de sus otras dos mitades en la operación, dieron con la fórmula exacta y el resultado correcto. Desecharon su otra media parte errónea de relación y fundiéndose en un beso unieron las dos mitades que ellos conformaban dando lugar a una unidad perfecta, sin restos ni divisores.
La suma universal en el amor no es uno más uno igual a dos. Es medio y medio igual a uno.