martes, 13 de enero de 2015

SIEMPRE SALE EL SOL

Era un joven pintor bohemio sin consagrar. De pequeño sufría en el colegio las tropelías y burlas del resto de niños que, con la maldad que les es propia de la edad y sin saber medir las consecuencias de sus actos, se reían de su sordera. Así era Miguel. Ello hacía que el pobre se convirtiera prácticamente en un individuo aislado de la sociedad escolar que le rodeaba. Se refugiaba en sus pinturas. Amaba pintar y era feliz con un caballete y un óleo. Y tenía un corazón inmenso. Cuando alguno de los niños que iba con él a clase tenía un mal día, fogaba atacándole verbalmente y éste, ignorando lo que le decía, le ofrecía un dibujo que lograba alegrarle el día. Su sordera cambiaba insultos por sonrisas. Así era Miguel. Inconsciente de las mofas que recibía siempre lograba a través de sus pinturas alegrarle el día a cualquiera. Demostraba que su problema no le impedía ser feliz y daba una lección moral enorme. A base de ello se fue ganando el cariño de todos sus compañeros hasta tal punto que, sin perder jamás la sonrisa, era capaz de pintar un cuadro con negros nubarrones que alegrase el día a alguien. Era el niño que demostró que aún en los días más grises siempre sale el sol. Así era Miguel.

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