viernes, 23 de enero de 2015

LA MUDA EXPRESIÓN

En ocasiones las gentes hablan sin que se tercien palabras. Una mirada basta. Y quien no comprende una mirada jamás comprenderá una larga explicación. Y en menos ocasiones todavía un simple gesto transmite lo que la más profunda mirada y las más sabias palabras pudieran nunca expresar. Un mínimo roce proveniente del tacto adecuado se convierte en la máxima caricia que el ánimo interno puede recibir. Así de grande es la fraternidad de la especie humana. Lo que algunos atinan en llamar familia y otros amistad.
Familia y amistad: básculas que un platillo sujetan las risas y buenos ratos en los que se dan mil palabras y en el otro platillo equilibran los llantos y malos ratos en los que no existe palabra alguna. Y todo ello unido por la fidelidad. Perfectas y prehistóricas máquinas de la más íntima comunicación humana en la que, a veces, no hace falta ni hablar para decir algo. Un gesto, una mirada, un tacto. Una muda expresión que lo dice todo. Y nada más.

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