martes, 30 de diciembre de 2014

LA VIDA SIGUE


Paul estaba entregado a su relación. Bebía los vientos por su amada y la quería con locura. No podía imaginar que ella lo dejase algún día sin mayor explicación. Y así fue. Un giro en la vida de su enamorada lo hizo darse de bruces contra la más cruda realidad. Paul lloró amargamente e intentó por todos los medios encauzar la situación de nuevo, aun doblegándose voluntariamente, suplicando hasta el punto de arrastrarse y planteándose incluso pisotearse él solo sus propios principios. Pero creyó en él y sacó fuerza interior para no degradarse como persona. Ella no lo merecía. Y él sabía que la vida seguía pero no encontraba el camino. Esta atrapado en su muro de amor y su corazón estaba allí aferrado. Paso tiempo de dolor y lágrimas hasta que Paul dio su primer paso de nuevo. Quería avanzar como siempre, con su corazón entero. Pero tras quedar maltrecho no podía. A cambio ganó en sabiduría. La compraventa más antigua de la tierra: dolor de amor por dosis de aprendizaje. Experiencia lo llaman las gentes. Entre aquellas piedras y adobe dejó parte de su amor. Paul hubo aprendido que todo lo que uno edifica a fe ciega junto a otro puede ser derruido de un plumazo. Esa argamasa derruida duele. Y mucho. Pero no deja de ser parte de la construcción de tu vida. Tus cimientos, tu historia, tu valor y tu persona. Y comprendiendo que parte de su corazón quedaría plasmada para siempre en ese muro, Paul supo que la vida sigue y avanzó de frente. 

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