martes, 7 de abril de 2015

CAMBIA DE COLOR

Estaba convencido de que actuaba correctamente. Tenía las ideas claras y obraba sin titubeo. No entendía cómo había pensamientos tan dispares que chocasen frontalmente con el suyo. Los respetaba pero se negaba a intentar integrarse en ellos. Eso sería perder su propia esencia. Sus miras estaban cerradas y estaba convencido de su razón. Iba dándole vueltas a ello mientras caminaba por el bosque. De pronto, José Ramón, observó un camaleón avanzando en la cama de hojas que se hallaban en el suelo. Era primavera incipiente y un precioso abanico de colores y gamas brotaba de la madre naturaleza. El animal avanzaba majestuosamente irradiando un bello tono verde. Cuando José Ramón avanzó por el sendero una ramita se tronchó bajó sus pies. El sonido alertó de su presencia al camaleón que cambió de color al instante mimetizándose con las sombras en un tono marrón. 
Aquella visión se le clavó aquello en la mente. Dependiendo de la ocasión el camaleón podía cambiar de color y adaptarse a la situación. Y no por ello perdía su esencia. Magnífico. Volvió a casa sonriendo. Había aprendido una bella lección. Muchas veces algo inesperado nos hace tener que cambiar el sentimiento y el pensamiento. Aquella rama rota lo hizo con el camaleón. Cualquier cosa inesperada podía hacerlo con él. Tenía que abrir sus miras, moldear sus pensamientos, adaptarlos a las situaciones. No por ello dejaría de ser él mismo, al revés, se garantizaría una vida más segura. Se mimetizaría con el entorno y podría disfrutar más de la vida. En el día a día y en el amor, cuando algo no vaya bien, cambia de color.

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