martes, 18 de octubre de 2016

EL ALBERGUERO DEL CIELO

Leo era un hombre bueno de la zona del Bierzo. Trabajador y humilde vivía en un gran caserón cercano al río, en plena calle del Agua, por donde pasan los peregrinos del Camino de Santiago. Tenía tres nietas pequeñas que correteaban y jugaban por las escaleras de la hacienda sin imaginarse que algún día darían cobijo al caminante. Cuando Leo siguió las flechas amarillas que conducen a las personas al camino de la Vía Láctea, el gran caserón quedó olvidado y sólo era recorrido por el tiempo. No quedaba infancia en él, ni risas, ni juegos. En esta caprichosa vida que premia al malo y condena al bueno, una de sus nietas marchó junto a él y la casa quedó muda. Lágrimas en la tierra y pesadez en las mochilas. Y hete aquí que el destino jugó de nuevo. No sé cómo, ni dónde, ni a quién se le ocurrió la idea pero sé que desde el cielo Leo y su nieta movieron los hilos. El Camino es así, la vida es así. Y seguir siempre hay que seguir. El gran caserón fue reconstruido, reformado y habitado de nuevo. Se ha convertido en un Albergue de Peregrinos atendido por las nietas de Leo, las que portan con maestría su nombres celestiales que son Ángela y María. Han vuelto al caserón las palabras, las vivencias, los corazones y las sonrisas. Refugio para los peregrinos, vínculo para las hermanas, memoria para los que se han ido y en el cielo un alberguero. Y ésta es su historia, la de Leo y la de su albergue, la de sus nietas, la de la vida y la de la magia en el Camino.

1 comentario:

  1. Yo estuve ahí en 2015, familia encantadora donde las haya, trato cariñoso y atento, amabilidad a raudales, todo súper limpio, y el edificio extraordinario, sin duda recomendable 100x100, si vuelvo ese será mi destino, un beso para Ángela, María y a su mamá, que se portaron extraordinariamente bien, mucha suerte en el futuro, se lo merecen...

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