martes, 7 de febrero de 2017

CREO QUE ESO ES EL AMOR

Estaba en el Hospital andando por los pasillos aguardando impaciente la amarga noticia de que el reloj de la vida de mi abuela daba las últimas vueltas en su minutero. Me fijé en otra señora muy mayor y repleta de arrugas de la vida, de guiños de satisfacción y de llantos de desengaños. Sonreía feliz. Llevaba oyéndola días decir que ella ya tenía toda la vida hecha y quería marchar pese a que los médicos le decían que todavía quedaba tiempo. Ella se enfurruñaba y decía que Juan la esperaba y se ponía triste. Pero ese día no. Ese día le dieron la dolorosa noticia de que su partida estaba muy cercana y ella sonreía. La noticia la hizo feliz. Se marchaba con él. "No lloréis por mí -les dijo a sus familiares más cercanos y amigos-, algún día estaremos juntos de nuevo y las lágrimas serán sonrisas como nos pasará hoy al abuelo Juan y a mí. Siempre nos quisimos mucho. Cuando se iban apagando sus ojos para no volver a brillar me dijo que me esperaría de nuevo como siempre habíamos hecho el uno con el otro".Y, así, hablando a sus hijos y nietos, María enmudeció su voz para siempre y marchó. Su rostro ajado por la vida quedó sonriente. La verdad es que Juan y María siempre sonreían al hablar el uno del otro. Incluso en los momentos más duros. Y justo eso, creo que eso es el amor.


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