lunes, 13 de marzo de 2017

EL EMBLEMISTA EMBLEMADO

Pues señor esta es la historia del emblemista emblemado. Érase una vez un escritor aficionado que a través de dibujos de un amigo narraba sentimientos plasmados en postales, conociéndose dichas obras como emblemas de acuerdo a la Historia del Arte. Constaban de imagen y texto y eran indisolubles de modo tal que transmitían en conjunto un mensaje. El escritor emblemista, llamémosle así, jamás imaginó que fuese imagen de un emblema y transmitiera el sentimiento que él plasmaba al escribir. Y sin comerlo ni beberlo fue dibujado un día y se coló en una de las postales convirtiéndose en el emblemista emblemado, en la imagen de uno de sus emblemas. Se dio cuenta al verse reflejado alegremente tecleando que en cada escrito intentaba transmitir ilusión, intriga, emoción, cariño y una moraleja a partes iguales. Trataba de hacer disfrutar a quien viera y leyera aquellas obras. Ilusión por imaginar las caras de los más allegados leyendo aquellas líneas; intriga porque la mayoría de las veces sólo con ver la imagen no adivinarías el texto que la rodea; emoción porque cada obra pellizcaba un sentimiento diferente haciendo vibrar el alma; cariño porque cada emblema llevaba implícito un recuerdo o un retazo autobiográfico a modo de firma y una moraleja para que cada persona no quedase indiferente ante la postal que tuviese delante. Por eso este emblema es un homenaje al emblemista que ha quedado emblemado. Y como él dijera: no olviden que mi texto sin la imagen no vale para nada. Déjense timbrar las cuerdas del alma, empápense de ilusión, vivan con emoción y mantengan la intriga, quien sabe si algún día serán emblema para alguien y les regalen su moraleja. Y eso sí, siempre, siempre, siempre, sonrían, por favor.

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