martes, 16 de mayo de 2017

PINGÜINOS

Do ut des, del latín, doy para que me des, es la más antigua fórmula de permuta habida en el negocio entre los hombres. Siempre se halla algún interés en un intercambio de propiedades. Entregar algo que nos pertenece gratuitamente en muy escasas ocasiones ocurre. Lo normal es que si nos desprendernos de algo nuestro es porque a cambio obtendremos un reporte que consideramos superior. Y eso es algo innato y muy humano que la gran mayoría de las veces se hace sin pensar. Al ofertar algo el cerebro entiende que se obtendrá un beneficio, aunque sea simplemente bienestar y nada material. Y como siempre ha de existir una excepción que confirme la regla. De excursión en el Zoológico me detuve a contemplar la zona de los pingüinos. Siempre me han parecido curiosos estos animales y me recuerdan a la película de Mary Poppins que tantas veces vi de niño. Una inconfundible pareja de aquellos animales se miraban fijamente el uno al otro. Mientras uno ofertaba uno de los peces que les habían echado como alimento el otro no ofertaba nada a cambio. Sin embargo entregaba todo tan solo con su mirada. Una mirada define, explica, conmueve, describe. Y aquel animal daba algo de su propiedad sin pedir nada a cambio. Lo que no sabía es que obtendría sin pedirlo. Así es la vida. Así es una mirada. Así son los pingüinos. Así deberíamos aprenderlo. No todo es dar para recibir. A veces se recibe sin dar...

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