miércoles, 14 de febrero de 2018

ALINEADOS Y ALIENADOS

¡Cómo pasa el tiempo! ¡Cómo ha cambiado la vida! Cuando era niño disfrutaba oliendo el aroma a pan recién horneado que escapaba de los hornos del obrador. Luego disfrutaba corriendo por el Prado de la ciudad con el césped recién cortado mientras pisaba la arena recién regada para levantar frescor. Y jugábamos con el balón en la calle en la que apenas pasaba coches. Llegaba la época de las canicas y el trompo. Y las niñas jugaban a la goma cantando alegres canciones o saltaban la rayuela con agilidad. Todos estábamos alineados con la sociedad y disfrutábamos.
Ahora sentado en un banco de aquel viejo parque miro a los niños jugar mientras doy vueltas a mi garrota apoyada en el suelo. No ríen como nosotros antaño. Sólo miran alternando ojos de picardía con admiración extrañas máquinas pequeñas que portan en sus manos de las que emanan incesantemente luces y sonidos. La comunicación personal entre ellos es prácticamente nula. No veo rodar ningún balón, ni a ningún niño hacer rodar sus canicas por el suelo. Le he preguntado a mi nieta si sabe jugar a la goma y me ha mirado indiferente mientras tecleaba en su maquinita. Todos están alienados con la sociedad y no sé si disfrutan...


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