viernes, 26 de junio de 2020

EL BOSQUE ANIMADO

Me encantaría vivir en un bosque animado donde no existiera el hambre ni el sueño, donde pudiera comer o dormir según quisiera y apeteciera, donde Caperucita fuera feroz y el lobo encantador, donde Peter Pan no volase sino corriese por senderos y caminos, donde Campanilla cambiase Londres por las copas de los árboles y el Capitán Garfio descansase en una hamaca, donde los gnomos fuesen reales y jugasen al fútbol con los trolls en mitad de una pradera rodeada de eucaliptos y pinos, donde Gargamel llevase de excursión a los pitufos y merendasen todos juntos en casa de la abuelita, donde los siete enanitos contasen chistes entre vasos de limonada, donde oliera a aromas de café recién molido, de pan recién horneado y de ropa recién lavada, donde el cielo fuese azul todos los días y las noches estrelladas, donde los colores brillasen independientemente de la luz que recibieran sin hacer sombras jamás, donde todo ser tuviera cabida y estuviese hecho de cariño, sonrisas y bondad, donde hasta las piedras sintiesen (si es que no lo hacen) y reflejasen los destellos de la luna, donde la Bruja Avería reparase todo lo que se estropease y el trenecito de Barrio Sésamo circulase siempre entre las juguetonas hojas del otoño mientras Espinete hace reír a los mayores recordando los inviernos y Don Pimpón juega con los niños a soñar la primavera. ¿Te encantaría a ti también?


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