jueves, 18 de enero de 2018

EL SENTIR DE LO INANIMADO

Hace algún tiempo leí una postal que hablaba de que las bicicletas tenían sentimientos. Se llamaba "Trotamundos" y logró sacarme una lagrimilla al reflexionar que todo ser puede sentir aunque los humanos no lo creamos. Estoy plenamente convencido de que cada creación tiene una esencia destinada a ser útil en su período de existencia y se siente realizada cuando alcanza esa utilidad en el mundo, sea una persona, sea un animal, sea un vegetal o, inclusive, sea algo inanimado. De hecho, ¿por qué denominamos inanimado a aquello que "creemos" que no tiene vida? La vida son sentimientos y es patente que todo ser responde a un trato correcto y afable. Incluso el teclado desde el que vierto estas palabras siente mis impactos de los dedos suavemente y los diferencia de los golpeos más violentos de otras manos que no lo tratan como yo. Es como la tan manida frase que argumenta que si al descolgar el teléfono respondes con una sonrisa el interlocutor lo nota. Evidentemente no te ve, pero es patente que se transmite ese estado de ánimo. En el trato es igual. Con la misma evidencia consideramos que una piedra no siente pero es patente que algo cambia al tacto cuando se la coge con cariño. Creo en el sentir de lo inanimado. ¿Nos tratarán de una manera u otra según sus sentimientos los seres inanimados a nosotros? Me gusta divagarlo pero la vida, insisto, son sentimientos y confío en que todo lo que vive siente. Y lo que no... También.

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