viernes, 2 de octubre de 2015

EL COSMOS

La magnitud de la vida es tan enorme que de un minúsculo espermatozoide unido a un microscópico óvulo se genera una vida. ¡Qué curioso! De lo más ínfimo, lo más grande. La vida. Y el mensaje que nos han inculcado es siempre el mismo: nacer, crecer, alimentarse, reproducirse y morir. ¿Y para qué entonces divagamos tanto sobre el origen y el futuro? Total, todos nacemos y todos morimos sin resolver esas cuestiones. Cumplimos nuestras funciones como si fuéramos autómatas programados y punto. Eso sí, todos admiramos la grandiosidad de ese cosmos que nos engloba. ¿Será nuestra misión transmitir algún mensaje? Y no me refiero sólo a la especie humana. Toda especie viva tiene iguales funciones vitales. Pudiera ser que de nuestras miniaturas se nutra ese gigantesco cosmos que todo lo abarca. O quizás de ese enorme cosmos dependa lo más ínfimo de nuestras vidas. En todo caso siempre ha sido así y siempre seguirá siendo así, ¿o hay alguien que sepa la génesis y el final de este maravilloso universo y pueda decirnos cuándo empezó y cuándo finalizará? El cosmos siempre tan estudiado, tan observado y tan analizado y sin embargo es él quien nos programa, estudia, observa y analiza. Esa enorme dimensión es la única que supera lo más grande. La vida. ¡Qué curioso! De lo más grande, lo más ínfimo. 





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