martes, 3 de febrero de 2015

EL NUEVO INQUILINO

Su interior ya conocía todos los sentimientos y estados del alma posibles. O así lo creía. Había saboreado la Victoria tras el Esfuerzo. Se había tragado el Orgullo alguna que otra vez. Conocía la Rabia y la Impotencia de enfrentarse a las Injusticias. Había llorado de Pena y de Alegría. Sabía lo que era Reír a carcajadas. Había paladeado el Triunfo. Había sido víctima de Mentiras, Engaños y Envidias. Hubo conocido la Verdad y la Libertad. También supo lo que era el Cansancio, el Temor y el Miedo. Y conforme creció se enfrentó a la Duda, la Incertidumbre y la Inseguridad. Alguna vez se cruzó con el Rencor y con el Odio. A base de la Experiencia y la Sabiduría fue edificando su morada y cuando tuvo Confianza comenzó arrendando habitaciones a la Felicidad, al Bienestar y a la Satisfacción. Le rescindió el contrato a la Temeridad, la Angustia, el Desengaño y la Traición. Amplió dormitorios y alojó a la Amistad y la Paz en una misma litera de la habitación que antes ocupaba el Egoísmo. No había hueco para más arrendatarios y por la pensión de su alma ya habían pasado todos. Unos buenos y otros no.
Su interior ya conocía todos los sentimientos y estados del alma. O así lo creía. Un día llamó a la puerta un nuevo inquilino. Se llamaba Amor y pidió refugio. La Temeridad y el Egoísmo se aliaron con la Duda y, junto a la Mentira, dijeron que no había sitio para él. La Confianza, la Amistad y la Felicidad le dieron el visto bueno. La Experiencia pidió Cautela. Finalmente el Amor se alojó en una pequeña habitación y, poco a poco junto a la Armonía y el resto de sentimientos,  fue ocupando todos los rincones de la casa.



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