viernes, 27 de febrero de 2015

SOL Y LUNA

Hoy vengo a contar la historia del matrimonio más anciano del mundo. Ese matrimonio que ha dado pie a mil leyendas e historias de todo tipo y que tienen la virtud de ir de la mano siempre aunque no se les vea o se crea en ellos. Y aunque tampoco se dejen ver juntos salvo en contadas ocasiones que a todos nos eclipsan, nadie duda de su fidelidad. Cuando él está en las calles a ella no se la ve y cuando ella iluminas las plazas él no está presente. Él es ardiente y pasional. Ella es romántica y discreta. Él da lugar al alba y al ocaso. A ella se la culpa de las mareas. Son el complemento perfecto el uno del otro y la prueba de que para que exista una naranja hacen falta sus dos mitades. Y son el reflejo de la más pura vida.
Unos le dicen Sol y otros le llaman Lorenzo. Unos la conocen por Luna y otros por Catalina. Pero sin el uno no existe la otra y sin la otra no existe el uno. Uno reina en la mañana y la otra impera en la noche. Juntos conforman un día y pasean sus galas por el cielo. Y día a día hacen semanas. Y semanas con semanas hacen meses. Y meses junto a meses forman años. Y entre los dos podrían escribir la historia. Y así lleva siendo desde el ayer de siempre y así será hasta el futuro de la existencia. Son el reflejo de la vida misma. Sin ellos no existe un día. Sin un día no habría un mañana, sin un mañana no habría un ayer, sin un ayer no habría un hoy y sin un hoy no habría recuerdos de un ayer ni esperanza de un mañana. Sin Sol y Luna no habría vida misma. Cuando los mires piensa en tus recuerdos y en tus sueños. De allí venimos y allí vamos.

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