martes, 24 de febrero de 2015

LA VALLA DE LA LIBERTAD

Esta es la historia de un desengaño que se convirtió en virtud. Esta es es la leyenda de una valla que encerraba a la libertad no reteniéndola sino garantizándose así misma. Esta es la narración que ha de leerse al revés. ¿Acaso un desengaño da lugar a una virtud? Digamos experiencia. ¿Una valla que no encierra sino libera? Digamos que protege. ¿Un cuento que ha de entenderse al revés? Digamos moraleja. El caso es que prefiero ser niño a anciano y de eso me doy cuenta siendo anciano. Es la moraleja que enseña la vida. Pongamos que estoy mejor en mi parcela que yo la guardo y no libre en la calle cuyo cuidado no depende de mí mismo sino de una sociedad en la que cada vez confío menos. Esa es la protección de mi valla. Pensemos que a base de desengaños aprendí a cuidar de mí y de los míos y eso es una virtud. Experiencias que se aprenden viviendo. 
Y digo yo entonces: ¿no soy libre en un territorio, aunque esté delimitado y vallado, en el que yo mando, donde yo confío, en el que no ha habido desengaños, en el que gozo de la inocencia de un niño y en el que además me siento virtuoso, protegido y experimentado? Esa es la mente de un niño donde una valla garantiza su cuarto de los juegos, su imaginación, su aislamiento a los problemas, su crecimiento, sus sentimientos, su diversión, su felicidad y, en definitiva, su libertad. 


¿Os acordáis cuando de niños queríamos ser mayores?
¡Qué tontos éramos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario