martes, 21 de julio de 2015

SKYLINE

Las luces de los apartamentos brillaban en las ventanas anunciando vida en su interior. Un trajín de persianas que subían y bajaban anticipaban que la noche estaba cayendo en la gran ciudad. El tráfico iba aumentando la fluidez conforme se cerraba el color del cielo. Una manta silenciosa llegó a cubrir la frenética actividad de la urbe y sobre ella tintineaban miles de estrellas creando una mágica atmósfera que embrujaba la vista. La ausencia de ruido era tal que imponía un majestuoso respeto apenas latente unas horas antes. Podía intuirse el ulular del viento entre los edificios y avenidas mientras una calma chicha se había apoderado de aquel conglomerado de asfalto y construcciones. La conjunción era total y el recorte lateral de la ciudad encajaba a la perfección en las coordenadas espacio - tiempo. Era uno de esos momentos en que quedas absorto y todo te sobra. Tú y el mundo; el mundo y tú. Maravillosa estampa que no puede dibujarse ni fotografiarse salvo con el lienzo de los recuerdos y los lápices del alma. No sé cuánto tiempo estuve contemplándolo. No sé si ya lo había hecho alguna vez o si volveré a hacerlo. Sé que fui feliz en aquel instante. Lo capturé y ya forma parte de mí. 


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