martes, 14 de julio de 2015

UN MUNDO LIBRE

Hoy con el espíritu embriagado pensaba si hay algo que sea íntegramente propiedad de alguien. Pero propiedad total, sin condiciones, sin sorpresas, sin tiranías, sin modificaciones, sujeto a nuestra voluntad plenamente, inamovible, inmodificable. Y he pensado que no. Que en todo surgen subpropiedades y que nada hay que esté atado totalmente. Yo tengo un terreno y es mío y lo aro y lo labro y lo dejo en barbecho si quiero. Y en ese terreno sin someterse a voluntad mía nacen hierbas. ¿Esas hierbas son por voluntad del terreno o han nacido libremente? ¿Esas hierbas pueden ser sometidas por mí a su desaparición o volverán a brotar? Yo tengo una vivienda y es mía y aliso sus paredes y las limpio y las pinto si quiero. Y en esa vivienda sin someterse a voluntad mía aparecen unas grietas. ¿Esas grietas son por voluntad de la vivienda o han surgido espontáneamente? ¿Esas grietas pueden ser sometidas por mí a su desaparición o volverán a resurgir? Ni yo domino el terreno, ni yo domino la vivienda, ni el terreno domina las hierbas, ni la vivienda domina las grietas. No hay nada íntegramente dominable en este mundo. Ni siquiera el propio mundo se domina así mismo ni está sometido a voluntad alguna. Es un globo etéreo, indomable, indómito, anárquico. Corre, vuela y navega sin fuerza que lo controle. Y así es todo en la vida. Huimos de toda fuerza de control que sea por imposición. Creo firmemente que todo ello es el sentimiento más ancestral y perseguido por la vida: la libertad.

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