viernes, 24 de julio de 2015

UN OLMO VIEJO

A un olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de Abril y el sol de Mayo, algunas hojas verdes le han salido. Así empezaba Don Antonio Machado su mensaje de esperanza más evocador y conocido. Así brota reflejado en el color verde de la nueva savia, en forma de hojas, ese siempre hilo inagotable del sentimiento último en perderse. Así tintinean en la pechera de la que habita en San Gil cinco verdes esmeraldas que Gallito le trajera del otro confín del mundo para realzar su belleza, porque sentimientos habrá, pero como el que te da nombre ninguno, Macarena. Así rebrota también año tras año la que habita en esta civita regia, capital manchega, en la Barriada del Pilar mientras las Penas se hacen dueñas del Carmelo. De la misma guisa navega el sentimiento bajo palio sobre las aguas del Guadalquivir teniendo por vigía el Altozano: por cada Tres Caídas, una Esperanza. Esperanza siempre Esperanza. Así lo soñaba el poeta y así lo sueño yo. El tiempo pasa pero la vida sigue y siempre habrá en la ancianidad nuevas ramas que rebroten, nuevas flores que renazcan y corazones que latan bombeando la esperanza. Y terminando como empezase, con retazos de Machado, añado que mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera, mi querido olmo viejo con la gracia de tu rama verdecida.


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