miércoles, 8 de julio de 2015

CORTÉS

Lo cortés no quita lo valiente. Y lo bien hecho bien parece. Leído así pareciera que hablamos de las bases de la más ancestral educación. O del mínimo respeto que debiéramos tenernos las personas en nuestras recíprocas relaciones hasta que la confianza fuera dando lugar a otras actuaciones. Pero todo ello tiene un punto en común. Un punto, una nota característica, un nexo, un sentimiento que muchas veces olvidamos y que debiéramos acentuar: la cortesía. Porque no es lo mismo dar los buenos días sin más que acompañar el saludo de una sonrisa, porque no es lo mismo ceder el paso que además abrir la puerta, porque no es lo mismo disfrutar de la victoria que también consolar al rival, porque no es lo mismo avisar a un anciano de cuando puede cruzar la calle que ayudarle a hacerlo, porque no es lo mismo pedirle a un camarero una consumición que agradecérselo cuando la trae, porque no es lo mismo declarar amor que además hacerlo por sorpresa y con flores, porque no es lo mismo vivir que vivir siendo feliz. Si añadimos a la educación la cortesía sonreiremos y haremos sonreír. Porque no es lo mismo sonreír a que te hagan sonreír.

No hay comentarios:

Publicar un comentario