martes, 17 de marzo de 2015

UN, DOS TRES, RESPONDA OTRA VEZ.

Francisco Javier, Quico para sus amigos, era un chaval dubitativo. La vida le ponía interrogantes y nunca sabía muy bien qué responder. Seguramente ante un dilema le daría igual que opción elegir, pues no sabía enfrentarse a la responsabilidad de elegir una u otra y no se detenía a valorar los pros y los contras. Tampoco es que Quico respondiese a lo loco por pura inercia. Simplemente no tenía facilidad de respuesta y siempre le daba muchas vueltas a todo. Sin embargo el día que conoció a Susana no se planteó si era o no el momento de amar. Tenía respuesta antes de tener interrogante. Se dio cuenta que el corazón tiene razones que ni la misma razón conoce y que antes de que le preguntes él ya te ha respondido. ¡Qué diferencia con el resto de cuestiones! Quico que siempre dudada de todo hasta que al final, más que decidir, se arriesgaba por una opción fuese como fuese, siempre tuvo el corazón abierto a los pilares de la vida que hacen sonreír el interior de una persona: la amistad y la relación. Eso es amar, sea de la manera que sea. Y nos pasa con los amigos y nos pasa con las parejas. Las queremos sin dudar porque el corazón no da lugar a interrogantes. No solo el saber no ocupa lugar, tampoco el querer. Por eso no tuvo duda en este caso. Sabía que tenía respuesta. Aun así se puso a prueba él mismo. ¿Quieres a Susana?, se preguntó Quicó. A la de tres responde. Y directamente su corazón sonrió porque ya había emitido la respuesta. 


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