viernes, 4 de septiembre de 2015

CAIDA LIBRE HACIA EL INFINITO

¿Os habéis parado alguna vez a contemplar a los niños saltar en las camas elásticas de la feria? Llega un momento en que no se sabe si suben o bajan pero la felicidad de todos ellos les delata en sus rostros. Los cuerpos estirados, las piernas rectas y los brazos subidos. Una posición cómoda para disfrutar en el aire de los saltos de la vida. Una figura capaz de hacer de una caída un impulso y de impulso una caída. No pierden la sonrisa fruto de la inocencia. Todos ríen entre ellos y disfrutan su trayecto aéreo sin importar si cuando uno sube el otro baja y al revés. Les gusta llegar más y más alto y cuanto más larga es la caída más alto suben en el siguiente salto. Sin embargo, en la vida adulta, cuando uno baja tiende a desear que el vecino también lo haga. Y cuando uno sube los demás lo envidian.  No se disfrutan igual las subidas y bajadas. No se aprovecha la felicidad del salto porque estamos más pendientes de si el otro está en posición de caída libre o de impulso. Realmente la posición es la misma. Disfrutemos como los niños. Saltemos y riamos de ver cómo todos volamos y celebramos éxitos, victorias, fortunas y alegrías. Y hagamos que cuando uno caiga coja impulso y lo eleve de nuevo al infinito. Los brazos arriba siempre y que todo salto o caída sea un triunfo en la vida.


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