miércoles, 2 de septiembre de 2015

CONVICCIÓN

Iñaki no se planteaba cuándo llegar ni cómo llegar. Sabía que llegaría. Creía en sí mismo y estaba convencido de ello. Cada vez que afrontaba un reto había actuado de igual manera: valoraba su convicción y si era positiva se enfrentaba a él sin miedo y con garantía de triunfo, pero si no salía bien parado de su juicio interno no lo afrontaba, al menos en esa ocasión. El miedo, la duda, la incertidumbre y la inseguridad eran barridas con la escoba del convencimiento. Y eso hacía que Iñaki obtuviera el éxito en todos los duelos en los que participase. No por ello eran fáciles. El camino a veces tiene duras cuestas que agotan mucho, otras veces tiene empinadas bajadas que acechan tu caída y otros tramos son llanos pero repletos de zarzas y espinas que dificultan mucho el avance. Pero la convicción es más fuerte que toda cuesta y toda maraña espinosa. Cuando alguien está convencido de lograr llegar al final, el propio sentimiento de convicción le regala dos bastones para el camino llamados perseverancia y constancia. Así se lo explicaba Iñaki a sus hijos y así se lo hubo explicado a él su padre y a éste su abuelo. Analiza la situación y si te ves convencido de lograr tu éxito, lánzate a por él con perseverancia y constancia. Con esos bastones sortearás todos los obstáculos entre la salida y la meta. Y recuerda, la convicción garantiza el triunfo. Nos vemos en la meta. Cree en ti. Convéncete.



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