martes, 16 de junio de 2015

LA VENTANA

Manuel llevaba meses postrado en la cama de aquella habitación del hospital. Su vista no alcanzaba la ventana y no lograba ver qué había en el exterior. Siempre le preguntaba a las visitas qué se veía desde aquella ventana. La verdad es que frente a los cristales había un muro de cerramiento interior que no dejaba ni siquiera ver el azul del cielo, pero conscientes de que él anhelaba ver la vida real y los colores de la existencia le daban mil y una explicaciones de lo que se veía a través de la ventana. Sonreía y los escuchaba extasiado. Y luego intentaba dibujar en su bloc lo que le habían dicho que se veía. Hubo un día que le pusieron un compañero en la otra cama de la habitación, la que daba a la ventana y rápidamente le preguntó que se veía a través de ella. Luego lo plasmaría en un dibujo. El compañero le dijo que había un árbol extraño pero precioso. Tenía brotes en forma de corazón y se elevaba hacia la esperanza de un cielo sin límite. Parecía que nunca dejaba de florecer y siempre estaba engalanado con el frescor de la primavera. El color del horizonte daba refulgencias tornasoladas jugando con tonos rojizos y morados. Y el conjunto era ideal para fotografiarlo. Manuel se esmeró en plasmar todo lo que su compañero le había dicho que se veía desde la ventana y logro una imagen bellísima que no se cansaba de contemplar día tras día. Pocos días después, lamentablemente el paciente de la cama de la ventana fallecía. Fue entonces cuando Manuel se enteró que aquel hombre era ciego. Supo que lo que le había dicho que se veía por la ventana era una invención suya para alegrarlo. Y lloró. Lloró contemplando su dibujo y recordando como su compañero de habitación se lo describía mirando hacia el exterior con unos ojos que ni siquiera veían la luz del día. Manuel entendió que jamás le contarían visión más bella que aquella. Lo que el alma veía tras la ventana...


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