lunes, 4 de mayo de 2020

DESCONECTÓ


Floren nunca imaginó vivir algo así. Sonaba todo tan lejano que parecía ser un capítulo más de los libros de historia de segundo de la E.S.O. Aquella pandemia de la Edad Media que arrasó miles de vidas y fue llamada "La Peste Negra". Y ahora, setecientos años después, en un resquicio entre facebook, twitter e instagram se había colado un virus desconocido que estaba haciendo estragos de la peor manera posible. El enemigo era dañino pues no podía verse ni oírse. Y estaba haciendo una masacre vital y sentimental. Al principio se le mencionaba como algo lejano hasta que se le comenzó a poner nombre y apellidos. La suspensión de la boda ya no era de la prima de un amigo de su cuñado, era la de su hermana Cristina. El señor mayor que falleció ya no era el abuelito del cuarto piso del bloque donde vivió Floren cuando era estudiante, era el abuelo de su novia. Y las cosas cambiaban mucho. La mente bullía y los medios y los políticos buscaban lo que más les gusta: la indignación. Encerrado en casa por decreto era víctima fácil de un bombardeo de noticias cuya certeza era discutible.
Y ocurrió. Ni el bien ni el mal son eternos. Al culpable de la pandemia se le derrotaba por hambre. Quedándote en casa no lo alimentabas y su fuerza iba mermando. Tras varias semanas haciendo la guerra al virus desde el hogar y estando dominado por miles de informaciones sin contrastar, parecía que se iba a ir abriendo la veda paulatinamente y, al menos, podría salir al aire libre a pasear. Floren en cuanto tuvo oportunidad salió a la calle. Estaba deseando encontrarse y reencontrarse con todos sus conocidos y, sin embargo, se encontró con quien menos esperaba: consigo mismo. Se dedicó tiempo a él. Sonrió, charló, conversó con su interior y, sí, desconectó.

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