viernes, 22 de mayo de 2020

EL SECRETO DE AMANDA

Amanda tenía un secreto. Bueno y unos ojos azules preciosos también. Cuando no la veía nadie, se acercaba a la estantería de su cuarto, sacaba de su escondite su libro favorito y leía historias fascinantes. Luego con una encantadora sonrisa las contaba a quien sabía que las escucharía con atención. Jamás dijo a nadie donde guardaba celosamente tal libro, ni quien era el autor, ni dónde poder adquirirlo. Sólo decía que era mágico. Nos tenía a todos intrigados y deseosos de tener un libro igual.
Un día la ruleta de la fortuna jugó a mi favor y Amanda me contó una aventura de las que había leído. Me gustó doblemente porque disfruté escuchándola y porque me alegró que me eligiera como oyente. Me habló de un bosque mágico donde el cielo cambia de color dependiendo de tu estado de ánimo. Cuando tienes un día gris se oscurece y cuando tienes un día rosa brilla el sol, pero siempre aprendes algo nuevo y finalmente se dibuja un arcoiris precioso. Me fascinaban esas historias y como ese día lo tenía gris le pregunté a Amanda si me dejaba su libro para leerlo un poco y evadirme. Se rió y me dijo que eso sería desvelarme su secreto y un secreto desvelado pierde su esencia. A cambio me prestó otro libro con la condición de que lo abriese al llegar a casa y no antes. Acepté y me entregó un libro forrado del que no pude ver ni el título.
Cuando llegué a casa, entre nervioso, intrigado y ansioso, abrí el libro de Amanda. No tenía nombre siquiera y las páginas estaban totalmente en blanco. Me quedé absorto contemplándolo. Sabía que algo quería decirme y que no se trataba de una broma. Me quedé pensando y entonces lo entendí todo. El libro mágico no existía. Las historias que ella contaba eran inventadas y la única finalidad era conseguir una sonrisa en quien las escuchase y necesitase. ¡Qué grande! Automáticamente cogí el teléfono móvil y le envié un whatsapp de cinco palabras, escueto, directo, sin rodeos: "Amanda, he descubierto tu secreto". Enseguida pitó mi móvil con un mensaje de vuelta y un emoticono de guiño de ojos: "No se lo digas a nadie".


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