martes, 19 de mayo de 2020

RONCES-PORT

En un rincón del alma donde se juntan los recuerdos con las esperanzas me encontré ayer en sueños. No sabía si estaba en el pasado o en el futuro. No sabía si en mis sueños había estado en un pasado Roncesvalles o en un futuro Somport, ambos eran montañosos y me evocaban aromas de otros tiempos, de peregrinos de antaño y de esperanzas por descubrir. El caso es que el paraje era una cordillera de las de antes y frente a ella un desierto, pero ni las cumbres tenían nieve ni las arenas dunas. El cielo lo surcaban extrañas naves espaciales muy coloridas lo que hacía de la estampa que pareciera una postal del futuro que recorrería el mundo en un saco de correos del pasado. A la vez, en el suelo había vegetación de la de siempre y vehículos de los nunca aún conocidos. Era una sensación extraña en la que lo único contemporáneo era yo. Sin embargo no me asustaba la incertidumbre de volver a tiempos pasados, de esos que se dice que siempre fueron mejores. Y tampoco tenía temor de estar en tiempos futuros en los que no sabría desenvolverme por no saber cómo había llegado a ellos.
Cuando desperté me ratifiqué en la creencia de que hay que vivir el presente pues es lo único cierto.  Estuve entre el ayer y el mañana. Entre Roncesvalles y Somport. Ahora estoy en el presente. En Ronces-Port. ¡A vivir!



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