martes, 21 de octubre de 2014

CAOS ORGANIZADO

Desde el balcón de su apartamento contemplaba ensimismado la diversidad de edificios que componían la ciudad. Cualquiera que los viera bajo el prisma no siempre objetivo de la sana crítica afirmaría que estaban distribuidos sin ton ni son y no se detendría a buscar el sentido de los mismos. En efecto eran muy variopintos entre ellos. Y más variopintas aún eran las personas que los habitaban. Y más todavía sus costumbres y formas de vida. Parecía un gigantesco sinsentido armonizado pues era impresionante ver cómo entre tal marabunta de hormigón y hierro se imponía un orden que lograba la convivencia social de modo tal que cualquier persona era tan necesaria para las demás como cualquier edificio era tan necesario para sustentar al del al lado. Mientras divagaba sobre el sky-line que tenía ante sus ojos, pensaba que la copa que sujetaba en la mano no existiría si previamente no hubiera un cristalero que la hubiera elaborado, ni un destilador que hubiera dado lugar al whisky de reserva que ahora saboreaba, ni un fabricante de hielo que hubiese creado los cubitos para refrescar su elixir, ni tan siquiera, él podría estar disfrutándola en esos instantes si no hubiera cumplido su trabajo previamente.
Y todo ello estaba coexistiendo a la par. Era fascinante la vida que esos edificios escondían. Todo encajaba. Amó su ciudad y su vida. Mirando al cielo vio reflejado su sentimiento y pensó que algo debía haber que impusiera ese orden que convertía en tan fantástica y mágica la aventura de vivir, amar y soñar entre personas, formando parte de ese perfecto caos organizado.

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