miércoles, 29 de octubre de 2014

EL PUZZLE DE LA VIDA


Acababan de llegar al Hotel Grand Hyatt situado en pleno midtown de Manhattan en Nueva York. Los dos hermanos venían paseando desde Public Library y se detuvieron unos instantes frente a Grand Central Terminal antes de cruzar al hotel. Era impresionante ver como toda la diversidad posible encajaba perfectamente en ese paisaje urbano. Un grupo de típicos americanos ataviados con indumentaria deportiva de diferentes equipos de béisbol y baloncesto cantaba un blues a capella en la puerta de la Estación. Cinco rabinos judíos con circulares y transparentes gafas salían de la boca del metro hablando de sus negocios, indiferentes ante la curiosa mirada de una excursión de turistas japoneses que se asombraban y los señalaban al ver sus tirabuzones y barbas y sus kippas sobre la cabeza. Unas mujeres hindúes que se cruzaron ponían la nota de color entre los rabinos: sus vestiduras eran una curiosa mezcla de colores que parecía haber sido sacada de "Las mil y una noches" y se entremezclaba con armonía entre las levitas negras de los judíos. Sobre unos roídos cartones un vagabundo devoraba unas cuantas patatas fritas que se le habían caído a alguien a la salida del Mc Donalds de turno, entre tanto impasible lo contemplaba un ejecutivo ataviado de Armani desembalando su recién adquirido smartphone de última generación. Todo tipo de vehículos cruzaban frenéticamente de un lado a otro por las calles y avenidas. Innumerables, luces, reflejos, sonidos y ruidos culminaban la escena. Era fascinante ver como todo ello formaba un homogéneo conjunto.
Los dos hermanos admiraban fascinados ese enorme puzzle encajado entre rascacielos en el que cada cultura, cada religión, cada tribu, cada pueblo, cada persona en esencia, era una pieza suelta que jamás se imaginarían que encajase con el resto formando una obra en conjunto, pero que sin ella el conjunto no sería tal. Mientras pensaban eso a la par, ellos mismos eran únicamente dos piezas más del puzzle de la vida. Era un marco incomparable en un ecosistema humano imparable. Una ciudad frenética, sí, pero gobernada por la conjunción. Y es que cuando reina la conjunción armónica en el mundo todas las piezas se hacen necesarias y encajan en el puzzle de la vida. La Gran Manzana les dio ejemplo de ello.

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