martes, 7 de octubre de 2014

ESTACIÓN ESPERANZA

Hacía mucho tiempo que ningún tren pasaba por esos raíles. La estación parecía abandonada y las telarañas campaban a sus anchas en los letreros del andén. Pero él se mantenía allí esperando, sólo en el olvido, sólo con su espíritu, igual que la canción de Maná "En el muelle de San Blas". Mantenía la sonrisa en la cara pues sabía que su tren aún no había pasado. Estaba seguro de ello. Él sabía que llegaría y juró que esperaría. Podría haber perdido muchos otros trenes, pero ese no. La esperanza es lo último que se pierde y todavía le quedaban muchas cosas por perder en esta vida. Oyó chirriar los metales a lo lejos y dibujarse la silueta de la máquina. Con la felicidad del alma más latente que nunca agarró su desgastada y vieja maleta y subió, al fin, a su Tren de la Esperanza. Ese tren que nunca deja de pasar para todos. Tan sólo hay que confiar y saber esperar...

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