viernes, 31 de octubre de 2014

LA LLAMADA

Contradicciones de la vida, capricho del destino o, como Don Álvaro atinase a llamarlo, la fuerza del sino. Mario trabajaba en un locutorio telefónico y estaba rodeado constantemente de sonidos de llamadas entrantes en las que se transmitían miles de sentimientos, confesiones, secretos e ilusiones entre los interlocutores. Estaba acostumbradísimo a leer los rasgos faciales de sus clientes y las expresiones de sus caras y, sin embargo, su tez denotaba una impasibilidad total generada por una espera que se tornaba cada vez más angustiosa al oír sonar todos los teléfonos menos el suyo.
El polvo se acumulaba ya sobre el auricular del viejo teléfono fijo de rueda y sus ojos comenzaban a fraguar lágrimas de impotencia acumulada. Pero sonaría. A todos les sonaba el teléfono. ¿Por qué a él no? Los clientes del locutorio recibían su llamada pero no siempre en el teléfono que esperaban, cosa de la que Mario no había percatado. Estaba tan convencido de que tenía que sonar uno en concreto que no atendía al resto de teléfonos que sonaban, dando por hecho que esa no era la llamada que aguardaba. Demasiada convicción era un reto para el destino. De repente un cliente recabó su atención haciéndole gestos con un brazo mientras con el otro sujetaba un teléfono descolgado en la mano: "¡Mario! Es para ti..."

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